La noticia de esta semana para el Eje Cafetero ocurrió en Pitalito, Huila. Ante un grupo de pequeños caficultores el presidente Gustavo Petro dijo el miércoles: “si la Federación de Cafeteros no se reestructura de acuerdo a la base cafetera, se acaba el contrato del Fondo Nacional del Café con la Federación”.
Quedaron inquietos los señores Federación Nacional de Cafeteros que ese día se reunían en Bogotá. Digo “los señores” porque según la web de la Federación los 15 delegados departamentales ante el comité directivo son hombres y no hay mujeres en esa instancia. Al menos eso amerita reestructuración.
Oí a Petro y recordé a Fabio Trujillo Agudelo y a Jorge Enrique Robledo. A finales de los 70 el exalcalde y exgobernador Trujillo, gran conversador y polemista, creó junto con el exalcalde de Pereira, Octavio Mejía Marulanda, y con Fernando Londoño Londoño la Asociación de Productores de Café (Aprocafé), por su desacuerdo con el manejo a la bonanza cafetera. El malestar creció luego de la ruptura del pacto de cuotas entre los productores de café, en 1989. En “Cien años de café en Caldas” la periodista Mariela Márquez describió la consecuencia de esa debacle: “es evidente la reducción en un 50% de las inversiones de la Federación Nacional de Cafeteros y los Comités Departamentales, reducción que no ha asumido el Estado”. Fue en ese contexto que creció Unidad Cafetera Nacional, con el liderazgo de Fabio Trujillo y Jorge Enrique Robledo, quien en ese pasado remoto ya era canoso pero aún no había sido candidato político y se dedicaba a enseñar arquitectura en la Universidad Nacional. Unidad Cafetera era, según Fabio Trujillo, la organización de los caficultores pobres. O como lo escribió el propio Robledo, la Federación era “un gremio millonario en contraposición a un campesinado mantenido en condiciones de subsistencia y/o pobreza”.
En los 90 Unidad Cafetera promovió varios paros cafeteros. En cada movilización salían alertas de infiltración guerrillera, pero el poder de convocatoria fue enorme: llenaron la Plaza de Bolívar de Manizales con caficultores inconformes y varios obispos apoyaron los reclamos de quienes protestaban contra la Federación.
Esta visión contrasta con otra innegable: desde que nació en 1927, la Federación de Cafeteros ha ejecutado un trabajo gigante en educación e infraestructura. La electrificación rural que tenemos hace décadas en Caldas, Quindío y Risaralda aún la sueñan en las dos costas colombianas, y el rol de la Federación incluye desde la promoción de Escuela Nueva hasta el mantenimiento de vías terciarias y asistencia técnica para familias caficultoras. El solo hecho de tener garantizada la compra de la cosecha es un anhelo para agricultores de otros cultivos. Si las vías de Caldas hoy son malas, calculen cómo serían sin la Federación.
Esas dos versiones contrapuestas se mantienen hasta hoy. En abril de este año la Federación eligió como gerente al huilense (y uribista) Germán Bahamón, a disgusto de Petro que vio cómo, con ayuda de su ministro José Antonio Ocampo, se hundió la aspiración de su candidato Felipe Robayo, quien no fue ternado pese a tener el apoyo de 10 de los 15 comités departamentales. Ahora se ven las consecuencias: hay relaciones rotas entre la Federación y la Casa de Nariño, que amenaza con quitarle a la Federación la administración del Fondo Nacional del Café, cuyo contrato vence en 2026, así como Juan Manuel Santos le quitó a Fedegan el Fondo Nacional del Ganado. No son casos comparables: Jorge Visbal Martelo fue condenado a 9 años de prisión por concierto para delinquir con paramilitares cuando fue presidente de Fedegan, mientras que la Federación ha sabido mantenerse ajena a ese tipo de cuestionamientos.
No obstante, entre las bases cafeteras persisten descontentos de vieja data que Petro capitaliza en su pulso con la Federación. Ante la posibilidad de finiquitar el contrato del Fondo, que en 2022 tuvo ingresos por US$853 millones de dólares, vale revivir lo que decía Jaime Restrepo Mejía, dirigente cafetero contemporáneo de Fabio Trujillo: “a la Federación sin el Fondo no le queda plata ni para mandar telegramas pidiendo aumentos de precios”.
Escribí al comienzo que ésta fue la noticia de la semana para el Eje Cafetero. El eje de la caficultura se desplazó hace rato a Huila, Cauca, Nariño y Tolima. Quizás sea allá donde logren endulzar este trago amargo.