Aprendimos por los cuentos de hadas y Disney que princesas y brujas resuelven sus dilemas con la fórmula: “espejito, espejito ¿quién es la más bella?”. Miran de frente y el cristal las saca de la duda. El espejo contemporáneo es ChatGPT o cualquier sistema de inteligencia artificial (IA) que se promocione como oráculo del siglo XXI: la gente pregunta, la pantalla responde y la respuesta se vuelve verdad absoluta, por alquimia de varita mágica.
La Revista Semana publicó el 12 de abril una nota en su sección de tecnología en la que, con tono robótico, armaron un artículo a partir de una pregunta que le hicieron a Gemini, la IA de Google. Sale más barato hacer pseudoperiodismo desde el teclado que reportería en la calle. “Espejito Gemini: ¿cuál es la ciudad más feliz de Sudamérica?”. La pantalla contestó que podía ser Bariloche (Argentina), Curitiba (Brasil), Asunción (Paraguay), Montevideo (Uruguay), o Manizales (Colombia), seguida de Medellín y Bogotá.
En la web de la Alcaldía de Manizales se lee: “Publicación de la Revista Semana revela que Manizales sería la ciudad más feliz de Colombia, de acuerdo con un chatbot de Inteligencia Artificial (IA)”. Alguien de la Alcaldía recogió testimonios de tres señores que opinan sobre ese ¿ranking? ¿honor? ¿reconocimiento? y las respuestas salen en texto y en video.
Yo vivo dichosa en Manizales pero me parece entre cómico y exagerado que la Alcaldía dedique tiempo y recursos a inflar un relleno que además se explica por la forma en la que funcionan estos sistemas de IA. Gemini o ChatGPT no piensan; procesan altos volúmenes de datos que extraen de Internet: desde noticias del New York Times, hasta libros, documentos, artículos académicos, entradas de Wikipedia y recetas de cocina. Pero, y acá viene un gran “pero”, a la inteligencia artificial se le “olvida” citar las fuentes. Mete en una licuadora informática una gran cantidad de textos y el zumo que extracta lo presenta como original. Así, lo que alguien expresa como una opinión, o con tono irónico o sarcástico, puede licuarse en verdad validada por ese nuevo juguete que, además, provoca un perverso círculo vicioso: los medios le preguntan a la IA, publican la respuesta, la IA usa esa respuesta como insumo y así reafirma lo que ya respondió.
La encuesta de percepción ciudadana 2023 que reveló este miércoles Manizales Cómo Vamos dice que el 94% de los encuestados se siente satisfecho viviendo en Manizales y el 93% está orgulloso de su ciudad. El 82% está satisfecho con su servicio de salud, el 80% con el transporte público, y más del 90% con los servicios públicos, salvo Internet. La gente percibe que su barrio es seguro y apenas el 5% se considera pobre. Autopercibirse de buen estrato es muy manizaleño.
Ahora, una cosa son las percepciones y otra los datos duros. Manizales sí tiene menos homicidios que otras ciudades, aunque la tasa de suicidios es muy alta. Tiene mejor movilidad que otras, pero la calidad del aire se afecta por el diesel del transporte público. El 65,5% indica que su principal actividad deportiva y recreativa es ir a centros comerciales. El 78% de la gente no participa en organizaciones, espacios o redes colectivos, y entre los que sí lo hacen el 24% lo hace en organizaciones religiosas. En educación básica y media tenemos enormes oportunidades de mejora, para decirlo en versión positiva, y en bilingüismo y empleabilidad ni hablar.
A veces la percepción coincide con los datos duros y a veces no. Tenemos un muy buen vividero, pero también tenemos una ciudad en la que la crítica se castiga muy duro y lo que se aplaude es hablar bien de la ciudad. Hace un año me invitaron a Hora 20 de Caracol y me preguntaron sobre la política local. Hablé de las Marionetas y de Carlos Mario Marín. En el receso otro panelista, un empresario local, me reconvino: “no digas esas cosas porque nos oyen en todo el país y tenemos que hablar bien de la ciudad”. Con ese barrer debajo del tapete se construye el discurso de ser la ciudad más feliz de la galaxia, que la IA recicla y la Alcaldía anuncia dichosa en su página web.