No conozco a Héctor Fernando Ortiz, a quien muchos se refieren como “El Mico”, pero sí recuerdo la primera vez que oí sobre él: fue en 2016, recién posesionado como gerente del Instituto de Cultura y Turismo de Manizales (ICTM), en la Alcaldía de Octavio Cardona. María Virginia Santander, directora de Quehacer Cultural, me contó que fue a gestionar pauta publicitaria y él la recibió displicente mientras ojeaba papeles. Cuando María Virginia le entregó la propuesta comercial él alzó la mirada y le preguntó: ¿quién es su papá? Ella, sorprendida, le habló del periodista y poeta Jorge Santander, fallecido hace décadas, pero el funcionario se exasperó: lo que necesitaba oír era el nombre del padrino político que le avalaba la solicitud del contrato.
Esos años nefastos para la cultura de Manizales aún se padecen hoy: el Festival de Teatro tiene $160 millones de pesos refundidos en el ICTM desde 2019 y ni siquiera con la orden de un juez han logrado que les paguen. El Festival, al igual que María Virginia, carece de padrino político.
En el último año de la Alcaldía de Octavio Cardona, el Festival de Teatro hizo la tarea anual de pedirle recursos al ICTM. Pasaron el proyecto y esperaron con incertidumbre la respuesta hasta que un día, súbitamente, los llamaron a pedirles informes, certificados, RUT, firmas, pólizas y fotocopias de la cédula al 150%, todo para el día siguiente. En el Festival corrieron, juntaron el papeleo y lograron firmar a la carrera un contrato por $160 millones. La plata nunca llegó.
$160 millones son poco en el presupuesto público, pero son un boquete gigante para una organización cultural. Por un tiempo en el Festival pensaron que la plata estaba demorada, pero los demorados fueron ellos: tardaron en caer en cuenta que los habían tumbado.
Con el cambio de administración aparecieron nuevas caras, pero la plata siguió perdida. En 2020 se fueron Octavio Cardona y Héctor Fernando Ortiz y el nuevo alcalde Carlos Mario Marín llegó al ICTM con Juan José Silva, quien duró poco porque fue uno más de los 98 cambios que lleva ese gabinete. A Silva lo reemplazó en agosto de 2020 Camilo Naranjo Molina, quien ya cumplió tres años en el Instituto. Naranjo ha tenido tiempo de sobra para leer los hallazgos de la Contraloría sobre este caso, pero quizás no ha podido hacerlo por vivir ocupado firmando contratos para la empresa Conexión.
Cansados de cobrar por las buenas y de dilaciones, el Festival presentó una demanda ejecutiva y en abril de este año un juez ordenó el pago inmediato. El ICTM no pagó, sino que apeló, pero en julio la orden de pago quedó en firme, aunque la plata nada que llega. Con un buen padrino político el ICTM ya habría incorporado ese monto en su presupuesto, pero es posible que esta administración le deje ese pago al alcalde entrante, argumentando que esa obligación no quedó programada para esta vigencia.
Mientras llega la plata de 2019, el ICTM le dijo al Festival que para la versión de este año sólo esperen $100 millones y no los $160 de hace cuatro años, aunque el dólar esté al doble y la inflación disparada.
La increíble y triste historia es que no son sólo $160 millones perdidos sino, al menos, $450: el ICTM le debe $230 millones al Grita Rock y $60 a Batuta por contratos de 2019 que tampoco fueron pagados. Ellos también demandaron y están esperando la decisión del juez, pero otros artistas simplemente perdieron su plata. En octubre de 2020, en un debate en el Concejo, un músico contó una situación común a varios: “Me llamaban a que hiciera presentaciones y que luego arreglábamos, pero nunca lo hicieron”. Cualquier pichón de abogado sabe que eso se llama “hecho cumplido” y genera sanciones penales, fiscales y disciplinarias.
Este domingo Rafael Echeverri, productor general del Grita Rock, comentó sobre este tema en Twitter y Héctor Fernando Ortiz le escribió por Whatsapp: “suélteme de una vez y nos evitamos inconvenientes”. El inconveniente, creo yo, son los dineros públicos que no aparecen desde 2019 y la impunidad rampante.
¿Y las sanciones fiscales, disciplinarias, penales y políticas contra los responsables de estos hechos? Más perdidas que la plata. ¿Y las campañas electorales? Divinamente: varios protagonistas de esta historia ya tienen la camiseta puesta.