Mi primera columna en La Patria se publicó en agosto de 2015, luego de un foro sobre cultura con aspirantes a la Alcaldía. Escribí que un candidato jamás admitirá que el sector cultural no le importa, aunque su blablablá demuestre que ni sabe ni se asesora.
Esta semana en la Feria del Libro asistí a los oportunos foros con candidatos a la Alcaldía y a la Gobernación y quedé con una sensación que oscila entre la pena ajena y la desazón al ver que esa vieja columna sigue vigente. Para la muestra dos historias: una mala y otra peor.
La mala es tan risible como esta Alcaldía: el municipio no aportó ni un centavo para la Feria del Libro, el principal encuentro literario local, y a última hora alquiló un stand por $1.035.000. Los stands son para exhibir libros, como es obvio, pero como acá no hay políticas para editar libros locales, la Alcaldía inventó una agenda singular para su stand: el martes llevaron trovadores. Trove trove compañero y no se sorprenda porque para el Instituto de Cultura y Turismo de Manizales (ICTM)  solo hay cabalgatas, música de despecho y contratos a dedo para la Feria de Manizales.
La otra historia, la peor, es que dudo que eso cambie. En los foros los candidatos demostraron un pasmoso  desconocimiento sobre las necesidades del sector cultural, sus actores, y sobre cómo funcionan las convocatorias, los estímulos y las editoriales en otras ciudades. El miércoles en la Feria del Libro se expusieron los casos exitosos de Medellín y Pereira, pero nadie del Gobierno local ni de las campañas se asomó a oír. Mientras el nuevo ministro de Cultura, Juan David Correa, habla de la urgencia de articular gestores culturales locales, redes de bibliotecas y planes de lectura, acá hay aspirantes que usan cada 20 segundos la palabra “transversalidad” para llenar los vacíos de su programa de gobierno, y al pedirles nombres sobre quiénes liderarán la política cultural mencionan a los mismos señores que ya pasaron por ahí, con mucha pena y poca gloria.
Al preguntarles por los últimos libros leídos el candidato Martín Sierra dijo que no lee literatura porque se dedica a la odontología y Diego Fernando Espinosa habló entre otros de Nacho Lee y la Urbanidad de Carreño. A la pregunta sobre la relación entre el sector cultural y las políticas de género Jorge Alberto Betancur contestó que respeta la orientación sexual de las personas, pero le molesta el exhibicionismo, y Jorge Eduardo Rojas dijo que en la ciudad ya hay unión entre cultura y género porque muchos procesos culturales son liderados por mujeres.
Sobre el ICTM, Carlos Alberto Arias aseguró que “ha sido un foco de corrupción en los últimos 10 años”. Él debe saberlo porque hizo parte del gabinete de Carlos Mario Marín, aunque jamás le oímos denunciar esa corrupción. John Robert Osorio se presentó como exalcalde, pero no aclaró que lo fue por pocos días y como encargado en reemplazo de Octavio Cardona, y sobre la corrupción del ICTM, tan grave en ese período, tampoco dijo ni mu. Ahora John Robert usa camisetas moradas porque el rojo que lució por años junto a Mario Castaño ya no le conviene.
Ante una pregunta para contestar en 30 segundos Germán Vallejo dijo que mejor luego envía la respuesta por escrito, y Paula Toro aseguró que la cultura no es un sector sino un pilar transversal. Imaginé la Torre de Pisa.
En el foro de la Gobernación, Henry Gutiérrez propuso que para apoyar a los escritores caldenses hay que continuar la colección de “Libros al aire” de la Secretaría de Cultura. No dijo que a los escritores no les pagan derechos de autor, que esos libros carecen de edición y que sólo llegan a los exiguos viajeros de La Nubia. Luis Roberto Rivas propuso continuar con el convenio entre la Gobernación y la Universidad de Caldas para publicar autores locales, pero el exdirector de la Editorial de la Universidad en la última década desconoce a qué convenio se refiere, porque jamás recibió recursos de la Gobernación para ese fin.
Se me acabó el espacio y faltaron candidatos. Son demasiados. La Feria del libro termina hoy. Vayan. En los stands hay dos obras que recomiendo del recién fallecido Milan Kundera: una es “La insoportable levedad del ser” y la otra es “La ignorancia”. Y no se extrañen si el año entrante nuestros políticos llevan trovadores. O quizás innoven con mariachis.