Mientras seguimos distraídos con las elecciones llegó la hora de los Juegos Deportivos Nacionales, que en Manizales serán jueguitos porque nuestras autoridades fueron incapaces de construir una infraestructura digna para los mejores deportistas del país. Empezamos con la ilusión de megaobras y terminamos con la ubicación de algunas disciplinas en colegios de la ciudad.
Cuando los alcaldes y gobernadores del Eje Cafetero se unieron en 2019 para proponer ser la sede de los XXII Juegos Deportivos Nacionales argumentaron la urgencia de fortalecer la infraestructura deportiva regional. 11.000 deportistas acompañados de familiares y periodistas dinamizarán la economía de hoteles, restaurantes y transporte entre el 11 y el 23 de noviembre, pero al cabo de dos semanas la nube de gente se irá y el legado prometido eran los escenarios para 40 disciplinas: piscinas, canchas, velódromos, pistas, coliseos, patinódromos. Esa fue la ilusión de las ligas y deportistas locales, pero la herencia en infraestructura de estos Juegos será casi nula para Manizales. La Alcaldía duró años pregonando el eslogan de “Manizales más grande” y al final este reto (como El Cable, la PTAR, Los Cedros y tantas otras cosas) también les quedó enorme.
Un render no se le niega a nadie. El Plan A para los Juegos Nacionales fue una megaobra desde el Coliseo Mayor y Menor hasta las canchas de tenis. Hablaron incluso de trasladar las ligas que hoy están en el vetusto edificio de la Secretaría del Deporte, en el Bulevar de la 48. Echaron globos pero a la hora de las cifras el proyecto costaba $64.000 millones que no fueron incluidos en las cuentas de Planeación Nacional. Cuando desde Bogotá dijeron “pero antes yo quiero ver ese cuartillo con que has de pagar”, acá tuvieron que contestar como Simón el Bobito: “no tengo ni unito”.
El Plan B fue un coliseo multipropósito de$20.000 millones en la Baja Suiza: la Alcaldía ponía la mitad y la Gobernación la otra mitad. Se acabó 2022 sin que saliera la licencia de construcción de la Curaduría Urbana. En el peloteo de culpas para determinar en qué despacho se traspapeló ese sueño, las acusaciones mutuas entre el gobernador y el alcalde permiten concluir que el proceso se enredó por el Covid, por la Guerra en Ucrania y porque Caín mató a Abel.
Sin el Plan A ni el Plan B la solución fue un Plan C: remodelar los coliseos Mayor y Menor. Tumbaron muros, pisos y techos ante el asombro de deportistas que consideraban que el Coliseo Menor era lo único decente que había acá y que sólo necesitaba reparaciones menores. Esta semana se oficializó que las obras del Coliseo Mayor apenas van en un 56% y por lo tanto solo se contará con el Menor, que según la Alcaldía va en un 92% de ejecución.
Viene entonces el Plan D, que desde hace un año escribí que sería el Plan A, porque me lo vaticinó alguien que conoce estos temas: habilitar Expoferias y trastear para allá colchonetas, mesas de billar y los demás implementos necesarios para competir. Un dirigente deportivo me explicó que sería una oportunidad desperdiciada organizar unos Juegos Nacionales para que al final levantaran el montaje y a la ciudad solo le quedaran los balones, pelotas, anotadores, mesas, sillas y demás insumos deportivos que comprarían para Expoferias. Ahora están temiendo que ni eso nos quede porque es posible que esos implementos lleguen prestados, con carácter devolutivo, desde el Comité Olímpico Colombiano y ligas departamentales con mejor dotación.
Expoferias tiene además una circunstancia coyuntural: el 29 de octubre son las elecciones y ese día empiezan los escrutinios. Siempre se hacían en el Coliseo, pero como está en obra serán en Expoferias. ¿Cuánto duran? Nunca se sabe: el escrutinio va hasta que se resuelva la última reclamación.
En la web del Ministerio del Deporte ya está confirmada la sede de polo acuático en la piscina del Bosque Popular, que lleva días sin calefacción. Las competencias de Karate y Taekwondo serán en el Colegio Santa Inés y están buscando otros colegios como sede del principal encuentro deportivo de Colombia, que se celebra cada cuatro años, y que desde 1988 soñábamos con volver a organizar.