Desde este martes 8 de agosto y hasta el domingo 13 se realiza en el Centro Cultural Rogelio Salmona la Feria del Libro de Manizales, esa bocanada de oxígeno que, desde hace 14 años, con tan buen criterio y tanto esfuerzo, lidera el escritor Octavio Escobar Giraldo. Como siempre la entrada será gratuita y esta vez la Feria reunirá a 146 autores.
¡146 autores! Leí la cifra y recordé al Padre Fabo, el historiador quien hace un siglo escribió: “en Manizales hay más poetas que bueyes. Y eso que en las estadísticas de la arriería, antes de existir el cable aéreo, había diecisiete mil”. No sé cuántos escritores queden hoy, pero por fortuna sí hay muchos lectores interesados en la literatura. El pasado miércoles el auditorio del Banco de la República se llenó para escuchar a los poetas locales, nacionales e internacionales que participaron en la apertura del Festival Internacional de Poesía de Manizales que organiza La Nave de Papel desde hace 14 años, y esa respuesta masiva del público se repetirá esta semana: el año pasado 16.000 personas acudieron a la Feria del Libro.
(Tan masivas asistencias son una buena noticia para los periódicos. Alguna vez leí en El País de España que ellos dedican un generoso espacio a la cultura en general, y a la literatura en particular, por razones estratégicas: cultivar el gusto por la lectura siembra la base para nuevos lectores, incluyendo los de prensa, y éstos a su vez suelen leer libros).
Aunque muchos invitados a la Feria del Libro no son de esta región, me quiero referir a una novela muy local que tendré el gusto de presentar. Se titula “Gente como nosotros” y la escribió Martín Franco Vélez, manizaleño radicado en Bogotá, periodista y excolumnista de La Patria.
En “Gente como nosotros” aparecen la Avenida Santander, El Cable, el Centro Comercial Sancancio, La Estrella, Palermo, Juan Sebastián Bar y los moteles que hay en la salida hacia Chinchiná. Esa cartografía conocida la recorren personajes de ficción que suenan familiares: adolescentes tímidos que empiezan a explorar torpemente con el sexo pero ya son expertos en beber aguardiente y ron; familias clase media que ansían la jubilación de la mamá que trabaja en una universidad; viudas que se rebuscan para pagarle la educación a sus hijos; hijos que desaparecen (Manizales Cómo Vamos reveló que tenemos la mayor tasa per cápita de desaparecidos en Colombia, aunque muchos aparezcan después), y papás ganaderos, con casa en Manizales y finca en La Dorada, que terminan apoyando grupos paramilitares.
Este último personaje es uno de los ejes principales de la novela de Martín, porque sirve para cuestionar discursos justificativos que hemos oído mil veces: “es que la guerrilla nos tenía acorralados”, “es que el gobierno nos abandonó”, “es que esa finca era el patrimonio familiar”, “es que si no actuábamos nos secuestraban”, “es que ¿qué más podíamos hacer?”. Con frases como esas muchas personas, antes y ahora, disculparon el haber nadado en esa zona gris que va desde hacerse el de la vista gorda hasta financiar los grupos paramilitares que causaron tantas muertes, desapariciones y desplazamientos forzados en zonas como el Magdalena Medio caldense, sobre todo a campesinos y familias de los estratos más vulnerables.
Martín Franco plantea en su novela una pregunta generacional: ¿Qué pasaría si hoy, tantos años después, me doy cuenta de que el papá de un amigo del colegio apoyó a los paramilitares? Esa pregunta es pertinente entre “Gente como nosotros”: los que nacimos en Manizales entre los 70 y los 90, asistimos a colegios privados y paseamos de Chipre a Coca Cola o fuimos a las discotecas de El Cable mientras en otras zonas del país y del departamento arreciaba la matazón.
Sobre esta obra conversaré con su autor el miércoles a las 6:00 p.m. en la Feria del Libro. El sábado a las 3:00 p.m charlaré con Olga Echavarría sobre su bellísima novela “Aún llueve en Torcoroma”, y el domingo a las 2:30 p.m. Carlos Augusto Jaramillo presentará “Sakas”, un relato infantil que escribí hace años y que ahora, por fin, publicaré con las hermosas ilustraciones de Luisa María Bedoya Bueno en la Editorial Matiz. Quedan todos muy invitados.