A tres semanas de las elecciones no sé aún por quiénes votaré, aunque tengo muy claro por quiénes no. Este es el diálogo recurrente entre quienes compartimos afinidades políticas y no nos vemos representados en las caras del tarjetón de nuestras ciudades.
Un rasgo de estas elecciones es la atomización de partidos y la consecuente proliferación de candidatos: Manizales tiene 10 aspirantes a la Alcaldía, Pereira 8 y Armenia 14. Las matemáticas indican que más gente no significa más democracia: el voto de opinión se dividirá entre muchos, mientras el de la maquinaria llegará unido y aceitado. Por eso en muchas ciudades volverán a ganar los de antes, con los apoyos de siempre.
En 2011 Manizales tuvo cuatro candidatos: Jorge Eduardo Rojas ganó con 40.000 votos y la tercera fuerza fue la del Partido Verde, con Héctor Jaime Pinilla, que logró más de 23.000 votos. En 2015 hubo otra vez cuatro candidatos: Octavio Cardona logró casi 50.000 votos, en el segundo y tercer lugar hubo casi un empate y la cuarta votación fue para Luis Fernando Acebedo, del Partido Alianza Verde con 18.000 sufragios.
Hace cuatro años el Partido Verde saltó a 75.000 votos con Carlos Mario Marín, un brinco que se explica por el apoyo del Clan Lizcano y por el miedo a que los aliados de Mario Castaño repitieran Alcaldía. Como en 2019 el Partido Verde le vendió el alma al diablo, muchos de quienes apoyamos a sus anteriores candidatos Pinilla y Acebedo nos fuimos por la alternatividad que representaba Andrés Felipe Betancourth, quien alcanzó 18.000 votos (su inolvidable abrazo a Mario Castaño fue en 2022).
Luego de tres elecciones locales con cuatro aspirantes, en 2023 tenemos un panorama que empezó con 12 nombres y hoy va en 10. Nuestro histórico electoral indica que aún sobran seis, pero como el ego les impide ver que están a tres semanas de lograr las votaciones más bajitas de este siglo en la ciudad, el 29 de octubre habrá un tarjetón lleno de rostros ante los que muchos votantes preguntarán ¿y éste quién es? ¿de dónde salió? ¿a quiénes representa?
En los años 70 terminó el Frente Nacional y en esta región nació el Barcoyepismo, que sobrevivió hasta la primera década de este siglo. Muerto Víctor Renán Barco el panorama político siguió en un modelo más o menos bipartidista, que funciona a partir de coaliciones que se juntan para enfrentarse en cada elección, como se ve con claridad en las candidaturas para Gobernación de cada cuatro años. En Manizales, no obstante, desde hace más de una década venía consolidándose una tercera fuerza alternativa ajena a las maquinarias tradicionales. Aunque esos 20.000 votos disidentes no alcanzan para ganar la Alcaldía, sí suman para impulsar curules en el Concejo y aglutinar un contrapeso de voces críticas a la política tradicional, con un discurso que propende por una ciudad más incluyente, más verde, con más oferta cultural, mejor educación, más transparencia y menos nepotismo, clientelismo, corrupción y contratocracia. Pero una cosa son 20.000 votos para un candidato de oposición y otra distinta es dispersar esos votos entre ocho candidatos. Así se evapora la fuerza de la alternatividad.
Hace cuatro años ganó una promesa de cambio frente a las maquinarias tradicionales. Hoy el balance se resume en el “Midas a la inversa”, del que habló Camilo Vallejo: todos los aspirantes rehúyen cualquier roce con Carlos Mario Marín, el alcalde con peores índices de favorabilidad de nuestra historia.
A la pifia del desgobierno de Marín (en Medellín de Daniel Quintero, en Cali de Jorge Iván Ospina, y así en otras ciudades) se suman el desconcierto por tanto trino y tan baja ejecución de Gustavo Petro, sus cuestionadas alianzas con políticos locales, como Mauricio Lizcano en Caldas, y el reencauche de éste, que mutó de exuribista a cacique neoprogresista y resquebrajó al verdadero progresismo local. Este es el coctel que nos estamos tragando los votantes que hace 12, 8 y 4 años teníamos clara la opción que nos aglutinaba. Las otrora identidades verdes, alternativas, de izquierda y centroizquierda se diluyen hoy en tarjetones llenos de caras que no convencen y sin líderes a la vista. El optimismo de otras elecciones hoy es desesperanza.