La gran mayoría de los manizaleños y caldenses no somos conscientes de la importancia y del potencial energético que tiene el oriente y el norte del departamento especialmente, el que se puede aprovechar de los ríos la Miel, Samaná y Arma. Reconocidos conocedores del sector eléctrico han manifestado que desde el punto de vista económico, los  recursos para el departamento pueden ser similares a los de la Licorera de Caldas. 
Son 30 años de lucha para sacar adelante Miel II, al que recientemente se le canceló la licencia ambiental.  El proyecto contempla una pequeña presa que funciona a filo de agua (sin embalse), que podría generar 120 megavatios, cifra que puede ser muy inferior a los 2.400 megavatios que se espera genere Hidroituango cuando entre a operar en su segunda fase, pero que ante las actuales circunstancias del país, no es despreciable.  También es importante tener en cuenta que, por su diseño, el proyecto es amigable con el medio ambiente. 
Las inversiones que se han hecho para sacarlo adelante, que contemplan las obligaciones pendientes, se estiman en $50 mil millones, de las cuales son rescatables aproximadamente $25 mil millones representados en terrenos comprados y estudios y diseños, que se encuentran en fase 3.  
Es necesario salvar los recursos invertidos.  Se está contratando una banca de inversion que ponga en blanco y negro el proyecto, que revise, valide los estudios y formule propuestas para sacarlo adelante.  El proyecto, aunque está atravesando un momento difícil, no está muerto. 
El ideal, que no es fácil, es conseguir un actor privado que se encargue de su puesta en operación.  En medio de las dificultades hay firmas extranjeras interesadas, con las que hay que negociar obviamente teniendo en cuenta las dificultades que se tienen, pero también las fortalezas.  Como decía, los estudios prácticamente están listos; lo que puede permitir la recuperación de la licencia ambiental.  
Un atractivo para el socio, puede ser que no solo evalué Miel II, sino también todo el potencial energético del departamento.  Como mínimo hay 20 proyectos hidroeléctricos sobre los que se están trabajando y hay que sacarlos adelante.  EPM de Medellín basa su fortaleza económica en el sector hidroeléctrico   y la mayoría de sus proyectos están localizados en la misma cordillera que tenemos nosotros.  Gran parte del desarrollo de Caldas ha estado relacionado con la ejecución y operación de proyectos hidroenergéticos de Chec y Miel I, hoy en día en cabeza de Isagen.
Otro punto importante es atender el abandono en que ha estado el oriente y el norte del departamento. Hay que rescatar estas regiones olvidadas, siendo una oportunidad para retomar el fortalecimiento  social, a través de mayor presencia institucional en todo sentido. Dentro del licenciamiento ambiental las comunidades se deben sentir apoyadas y acompañadas. Que verdaderamente sientan que los proyectos de generación energética les van a mejorar sus condiciones de vida y generarán empleo formal y desarrollo en las regiones.
Es urgente realizar un plan de ordenamiento territorial agrícola y ambiental de los sectores beneficiados por los proyectos; para esto, se debe tener en cuenta que hay constituido un movimiento campesino en el oriente de Caldas al que es necesario  involucrar durante la formulación del plan. 
El potencial energético del departamento no puede ser visto como obras alejadas.  Caldas lo necesita y el país lo requiere. Por su importancia, el desarrollo de este potencial debe quedar en manos de personas idóneas, con amplia experiencia,  que permanezcan en el tiempo y ajenos a los vaivenes  políticos, de lo contrario los caldenses seguiremos haciendo inversiones a “fondo perdido”.