Hay palabras que nos salvan. Las que nos reconcilian con nosotros mismos, las que nos devuelven la esperanza, las que nos permiten entender lo que sentimos.
Durante años, en este espacio de La Patria, intentó escribir esas palabras.
Las que nacen del cruce entre la neurociencia, el bienestar y la inteligencia emocional. Las que invitan a pausar, respirar, pensar y vivir con más intención.
Hoy escribo mi última columna en este espacio. Y aunque despedirse nunca es fácil, hay algo hermoso en cerrar ciclos desde la gratitud.
Esta columna me transformó. Me ayudó a profundizar en la escucha de lo que mis lectores querían leer, en la observación, en el arte de traducir lo complejo en comprensible.
Me regaló el privilegio de acompañar a millas de lectores en sus propias búsquedas.
Y me confirma algo que la ciencia lleva años diciendo: escribir es una herramienta poderosa de autorregulación emocional, autoconocimiento y bienestar mental.
Diversos estudios en neurociencia han demostrado que escribir sobre lo que pensamos y sentimos zonas activas del cerebro relacionadas con la reflexión, la toma de perspectiva y la gestión emocional. Cuando escribimos, organizamos el caos interno. Le damos estructura a lo que parecía confuso. Liberemos tensiones. Y, sobre todo, creamos espacio para que emerjan nuevas posibilidades.
La escritura no es solo una práctica creativa; es también una forma de cuidarnos.
Escribir, como lo propone la psicóloga Pennebaker en sus investigaciones, puede incluso fortalecer nuestro sistema inmune, reducir el estrés y aumentar nuestra claridad mental.
Es una herramienta al alcance de todos, gratuita, silenciosa, pero profundamente transformadora.
Por eso, para cerrar este ciclo, quiero dejarte tres recomendaciones sencillas para que la escritura se convierta en tu aliada en el camino del bienestar:
1. Escribe sin filtro durante 5 minutos al día.
La escritura libre, sin juicio ni correcciones, permite que el cerebro se exprese sin miedo. Es una forma efectiva de vaciar pensamientos repetitivos, liberar emociones contenidas y empezar el día con más ligereza mental.
2. Usa la escritura para agradecer y resignificar.
Antes de dormir, escribe tres cosas por las que te sientes agradecido y una experiencia difícil que hayas logrado atravesar. Esto fortalece tu sistema de recompensa cerebral, activa emociones positivas y entrena tu resiliencia.
3. Nombra lo que sientes para regularlo.
Cuando una emoción intensa te invada, escribe: “Estoy sintiendo…” y continúa sin censura. Ponerles nombre a las emociones disminuye su intensidad, según lo ha demostrado la neurociencia afectiva.
Es un acto de inteligencia emocional en acción.
Hoy cierro esta columna, pero no las historias.
Las palabras seguirán siendo mi puente con el mundo.
En mis libros, mi podcast, en mis entrenamientos y en todo lo que está por venir.
Gracias por acompañarme en este recorrido, por dejarme entrar a sus mentes y corazones a través de la palabra escrita.
Gracias por acompañarme. Gracias por leerme. Gracias por seguir creyendo en el poder de las palabras.
Nos seguimos encontrando entre líneas en mis redes de @soyblancamery