Los Juegos Intercolegiados 2023 continúan con éxito en la ciudad de Manizales, brindando valiosas lecciones de vida no solo para los deportistas que esperaban con especial entusiasmo este evento, sino para quienes, por diversos motivos, vivimos estos días de una manera distinta. Personalmente, he seguido de cerca este magnífico certamen, tratando de descubrir las historias que subyacen en los juegos y que, sin duda alguna, ponen un colorido adicional a la ya encantadora policromía de su naturaleza. Pues bien, hoy compartiré otra experiencia que ha surgido de esta brega deportiva.
Con el propósito de que todos los niños participantes en el evento estuvieran acompañados por un docente o directivo, el rector del colegio tomó la decisión de que el profe Ramón, a pesar de no pertenecer al área de Educación Física, acompañara a la delegación de ajedrez del colegio, ya que siempre ha demostrado una pasión particular por esta disciplina y ha acompañado a los estudiantes en la preparación para su competencia. A pesar de tener su asignación académica en otra área, el profesor aceptó con entusiasmo esta tarea de dos días, sabiendo que quedaría exento de sus clases en la jornada contraria. Esta novedad también fue notificada al coordinador del colegio.
Después de completar la tarea del primer día, el profe regresó al colegio para orientar sus clases regulares en la jornada habitual y sorprendió al coordinador al preguntarle si era obligatorio que no asistiera por la tarde. Esta pregunta dejó perplejo al coordinador, quien pidió al profe que la repitiera para asegurarse de haberla entendido correctamente. El profe Ramón reiteró su pregunta, manteniendo el mismo sentido: no quería perderse dos días de estar con sus estudiantes solo por acompañar a otros en su esperada competencia.
Esta anécdota nos ofrece valiosas lecciones. La actitud del profe Ramón refleja una profunda vocación y amor por lo que hace, más allá de la remuneración económica. Su disposición a entregar no solo lo esperado demuestra que cuando se ama lo que se hace, se está dispuesto a dar lo mejor con buena voluntad. Esto lleva a preguntarnos si algunos maestros necesitan comprometerse con su labor. ¿No será acaso que vivir la escuela con mayor intensidad podría acercarnos a nuestros estudiantes y a su propia historia? ¿Propiciar encuentros interdisciplinarios podría ser un pretexto para que maestros y estudiantes construyan alianzas sólidas?
Más allá de la anécdota, quiero resaltar el mensaje que encierra. En la escuela, es tradicional:
“¿Es obligación asistir?”. Y de repente nos encontramos con que un profe cambia la pregunta:
“¿Es obligación NO asistir?”. Esto refleja una manifestación voluntaria de querer estar presente, de no querer faltar y de sentir la necesidad del encuentro con sus estudiantes. Es la convicción de que los necesita y de que ellos, a su vez, lo necesitan a él. Es, a todas luces, la sed de ser un maestro.
En estos Juegos Intercolegiados, donde los estudiantes añoran sus medallas, el profe Ramón ha ganado un oro especial. Su dedicación y amor por su labor educativa son dignos de admiración y de aplausos.