Estimado Juan José.
Acaba de terminar la Feria del Señor de los Milagros que se realiza anualmente en la hidalga ciudad de Lima, al parecer con unos resultados que no fueron del todo satisfactorios para la buena y exigente afición local. Dicha Feria se programa en la Plaza de Toros de Acho, que en lengua quechua, a decir del diccionario histórico de la lengua española de la RAE significa armadillo, o “gurre”  como se le denomina a este mamífero del orden Cingulata en las zonas del país que conservan influencias de la cultura antioqueña; igualmente algunos lingüistas sostienen que la traducción correcta, del quechua al Castellano es la de: “de donde se ve el mar”, definición esta que coincide con la que dan otros diccionarios que consideran que el sentido del término Hacho o Acho es: “sitio elevado cerca de la costa desde donde descubre bien el mar y el cual se presta para hacer señales de fuego”.
En el lugar en el cual se encuentra la actual plaza de Toros, que si bien en sus inicios fue conocida como Hacho, hubo un coso construido en madera en el año 1746, que posteriormente fue demolido para dar paso a la actual construcción, que fue oficialmente inaugurada el 30 de enero de 1766. Una curiosidad interesante, mi querido Juan José, resulta el hecho que era exactamente en los medios del albero del actual coso taurino donde se ubicaba un “quemadero” durante el imperio de la Sagrada Inquisición, vale decir el lugar en donde se daba muerte, a través del fuego, a los condenados por ciertos crímenes de mayor categoría, que como bien se sabe eran marcados por el Santo oficio, tales como la herejía, la apostasía, el culto a otras creencias, la brujería y la solicitación de prostitutas. Quemar al responsable tenía cierto simbolismo: el fuego era el mejor purificador del alma.
Bueno, pero dejando de lado la parte macabra de esta historia, volvamos a lo taurino para que quede en claro que esta estructura taurina es la tercera en antigüedad en el mundo, siendo la primera la construida en inmediaciones de la Puerta de Alcalá en Madrid, que hoy ya no existe, y la segunda la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. A la corrida inaugural, dada como ya dijimos el 30 de
enero de 1766, asistió el Virrey Manuel de Amat y Juliet, suponemos que acompañado de Micaela Villegas “la Perricholi”, que a decir de algunos tratadistas influyó positivamente para que la Plaza de Toros Firme de Acho, o sea la que hoy existe, se construyera; el día inaugural saltaron al ruedo 16 reses para ser lidiadas tanto como por toreros de a pie como de a caballo. Estuvieron en el cartel de esa tarde tres toreros peruanos cuyos remoquetes eran, “Pizi”, “Maestro de España” y “Gallipavo”. De igual forma se puede reseñar que el primer Toro que pisó el ruedo tenía el nombre de “Albañil
Blanco” y su procedencia era de la Hacienda Gómez, ubicada en la localidad de Cañete, al sur de Lima.
Recibe un abrazo de tu amigo. El Fraile. Añadido: Nunca pensé que el imaginario y “Extraño mundo de Subuso” pudiese replicarse en la realidad y menos el Teatro del Absurdo como lo planteó Ionesco y sin embargo aquí, en esta sufrida Colombia, los estamos padeciendo a través de una realidad incoherente, disparatada e ilógica.