Estimado Juan José.
Hace algún tiempo me había referido al tema de los espontáneos en la Fiesta, precisamente cuando Peter Hansen el holandés que llegó a ser conocido en el mundo taurino por lanzarse al ruedo de distintas plazas de toros españolas, mexicanas, francesas y portuguesas, generalmente con el torso desnudo y pinturrujeado con letreros alusivos a la guerra contra los Toros, fracasó al tratar de saltar en Manizales, enredándose en el momento de querer acceder desde el tendido hasta la arena, no calculando bien el brinco y yendo a parar contra la parte interna de las tablas del callejón y continuando, acto seguido, su periplo, no propiamente hacia el ruedo sino rumbo a la clínica.
Hoy ahondaremos más en este tema, porque si bien es cierto que los espontáneos han sido siempre parte del mundo del toro, estos han dejado de lanzare a los ruedos con la frecuencia que lo hacían antaño. Con el paso de los tiempos todo ha cambiado, los espontáneos se han quedado en el recuerdo de los aficionados añejos, aun cuando siguen formando parte de la historia de la tauromaquia, gracias a que esos impulsos irrefrenables de querer ser torero por la vía que fuera no pueden olvidarse ni hacerse a un lado.
Normalmente se lanzaban al ruedo en esta calidad novilleros o matadores de toros en busca de oportunidades, bien distinto a lo que sucede hoy que quienes brincan a la arena son antitaurinos que esperan, aparte de entorpecer la faena del momento, protestar contra la Fiesta Brava y empañar la corrida.
Han quedado registrados en la historia taurina, entro otros muchos, Manuel Benítez El Cordobés, Miguel Mateo Miguelín y Cesar Girón por el hecho de haberse lanzado a ruedos españoles en calidad de espontáneos antes de convertirse en figuras del toreo. Igualmente lo han hecho en México “El Glison” convertido con el tiempo en torero tremendista (de los que ya no queda ni uno) y el hoy matador de Toros, también “manito”, Michelito Lagravere
Y todo este preámbulo para llegar al “quid” del asunto, que es el darte, mi querido Juan José, mi opinión acerca de una actitud que causó revuelo entre los taurinos de Manizales y que fue el hecho que el matador de Toros de la tierra, Guillermo Perla Ruiz, ingresara al ruedo irreglamentariamente durante una corrida de Toros, quizá la de más solera del serial de principios de este año dada la conjunción existente en cuanto a motivaciones, fecha, Toros y torero.
Perla, como se le conoce en el medio, salió más “espontáneamente” que de espontáneo, supongo que amparado en su condición de presidente de la Unión de Toreros de Colombia y por ello con el aval de una mayoría de profesionales del Toro a quienes después del hecho que causó el enojo de la empresa, del ganadero y de un sector del público, prefirieron callar y no mostrar el apoyo que en un momento le habían dado al matador para que realizara su “gesta”. Para su salida, para algunos al vacío, vistió una camiseta que llevaba un letrero protestando por las pocas oportunidades que tienen los toreros nacionales en la Fiesta Colombiana. Y como lo ofrecido es deuda, mi querido Juan José, te doy mi muy personal opinión acerca del hecho que estamos comentando. Como bien manifesté al principio de esta misiva la figura del espontáneo es tradicional y valida en el medio taurino, siempre y cuando sus motivaciones están enmarcadas dentro de asuntos que atañen el desarrollo de la Fiesta. Siendo el espectáculo taurino un evento democrático como el que más, la protesta no debe ser acallada. Ahora; para conservar el romanticismo y la tradición de esta manifestación taurina y poder honrar su validez, el espontáneo debe saltar desde el tendido. Debe darse la maña para entrar los trastos a la plaza sin ser detectado y de igual forma llegar subrepticiamente a la barrera para poder saltar.
Pretender que se es un “espontáneo”, cuando no se salta al ruedo desde el tendido, sino que se sale caminando del callejón a encontrar al Toro ya es empezar mal. Y digo que mal porque al callejón se accede por invitación de la empresa, que por obvias razones no comulga con que un tercero no anunciado entre al ruedo e interrumpa la lidia de un Toro y por lo tanto el así hacerlo no se constituye en una acción válida, ni educada, ni correcta, ni aceptable y en cierto modo desdibuja lo que pudo haber sido un mensaje interesante cómo de hecho lo es el protestar por una realidad que evidentemente afecta a los toreros colombianos. El error de Guillermo consistió en abusar de la confianza de la empresa que le había extendido un pase para ingresar al callejón y permanecer en el. Concluyo entonces: la indebida y no muy taurina forma empleada para realizar la protesta opacó e invalidó un fondo importante y se prestó para que sobre el matador manizaleño cayeran rayos y centellas. Recibe un abrazo de tu amigo. El Fraile.