Fanny Bernal Orozco * liberia53@hotmail.com

 

Dice Frank Ostaseski, en su libro Las Cinco Invitaciones, que ‘El duelo es como un río que pasa por nuestra existencia y es importante comprender que la pérdida no desaparece, dura toda la vida. Lo que cambia es nuestra relación con una pérdida particular, aunque no siempre tendrá la misma intensidad para nosotros ni se adoptará la misma expresión. No obstante, el duelo permanece, siendo una natural respuesta humana a la pérdida y nuestra resistencia a él no hará sino acentuarlo’.

Para sanar un duelo, se necesita contar con algunos recursos que ayuden en el proceso de reparación, recuperación, y resignificación de la pérdida, acciones que hacen parte del trabajo interior que cada persona realice ante la muerte de un ser querido o por otra situación conexa con un duelo.

La relación que cada ser humano tiene con el dolor es diferente, no hay dos personas iguales. Por ello cada pena es particular y personal; así como las necesidades emocionales que emergen durante el duelo y el acompañamiento.

Por otra parte, hay una serie de situaciones que hacen daño y obstaculizan los procesos de duelo. Están relacionadas con los mitos y creencias que pasan, de boca en boca, entre familiares y amigos de los dolientes.

Por ejemplo, escuchamos frases como estas:

 

- ‘No se puede llorar, porque la persona fallecida se queda por aquí deambulando y se le impide trascender’.

Con esta expresión, a los dolientes a pesar de no entender lo que estas palabras significan, se les condena a reprimir sus emociones y sentimientos, cuando una de las tareas es tener la libertad de poder expresar el dolor.

 

- ‘Hay que mantenerse ocupado todo el día, para no sentir el dolor y así se acuesta con tanto cansancio que no se piensa, ni se recuerda’.

A pesar de todas las conspiraciones que las personas se inventen para no sentir el dolor, este sigue ahí y reclama un espacio y un tiempo para la expresión.

 

- ‘Hay que ser fuerte por ti y para los demás’.

Esta frase implica disfrazar las emociones, no prestarse atención y seguir por la vida como si nada hubiera pasado. Así no es posible avanzar.

 

- ‘Hay que deshacerse de todas las pertenencias de la persona fallecida’.

Es una creencia errónea, no se puede pretender que al sacar todas las pertenencias; los recuerdos, el amor y el dolor desaparecen.

 

- ‘No hay que preocuparse tanto por el dolor, el tiempo lo cura todo’.

La realidad es que el tiempo no cura nada. Hay que sentir el dolor, reflexionar acerca de la pérdida y resignificar la existencia; tareas estas que requieren coraje y compromiso.

 

* Psicóloga - Docente titular de la Universidad de Manizales.

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