Fanny Bernal Orozco * liberia53@hotmail.com

 

La salud emocional de algunas personas se resiente en las épocas navideñas. Los encuentros con familia y amigos causan estrés y ansiedad, de manera especial, cuando las relaciones son tensas entre ellos y, en vez de acercarse, conversar y quizás sanar, se originan algunos enfrentamientos y conductas que aumentan las distancias.

La Navidad se ha tornado en una festividad para competir y no para compartir. El estrés se aumenta ante las compras, las marcas, la novísima moda, el último celular, los costos, mucho consumo material y poca reflexión emocional.

Desde septiembre se habla de la Navidad y la publicidad comienza a enviar toda clase de mensajes. Se ve a la gente aparentemente feliz y se invita a hacer compras desde esa fecha para que alcance el tiempo y todo se planee de la mejor manera, para el tan anhelado mes. Parece que todo fluye bien; no obstante, hay testimonios que narran todo lo contrario.

En la casa de una joven recién casada, es la primera Navidad con toda la familia de su pareja. Ella siente que los suegros apenas la soportan y no sabe qué actitud asumir: fingir que está enferma, salir corriendo o qué hacer cuando la mamá de él se entromete en todo. Llega a abrir nevera, a arreglar los closets. Según la susodicha suegra, ella como mamá siempre atendió a su hijo, supremamente bien.

En casa de Pedro, las cosas son diferentes, todos se van para la finca. Como los abuelos que estaban enfermos, hace poco murieron (con siete meses de diferencia), al hacer la repartición de la herencia, ni hermanos ni cuñados quedaron satisfechos con la gestión. Cuando están tomados, comienzan las peleas y los insultos, no importa el daño emocional, ni ampliar las distancias.

Otra es la historia, cuando en casa hay alguien aquejado por alguna enfermedad y en las celebraciones una persona debe quedarse en el hogar para estar atento a las tareas del cuidado; todo mientras los demás disfrutan de las fiestas y los encuentros familiares y en esa soledad cada quien se refugia en su nostalgia y el enfermo, con la sensación de ser un estorbo en esos encuentros de fin de año.

Mientras tanto, en las familias que transitan un duelo, la situación es diferente, la ausencia del ser querido marca una diferencia fuerte en estas festividades: un cuarto deshabitado, una silla vacía, una risa lejana, unos espacios en los cuales se extraña y se echa en falta la persona amada. Y mientras el dolor marca estas fechas, el bullicio de los demás, evidencia la importancia de la solidaridad y la empatía.

Estas celebraciones, además del ritual religioso, pueden ser el espacio para:

 

- Aligerar los equipajes emocionales.

- Para limpiar la casa interna.

- Para soltar y dejar ir los momentos perturbadores y nocivos.

- Para llenar de luz y sosiego la vida cotidiana en las relaciones consigo mismo y con las demás

personas.

 

Dicen algunos autores que Navidad significa ‘nuevos nacimientos’, palabras que invitan a tomar un lápiz, para escribir y describir a qué nuevas cosas le va a abrir la puerta. Puede ser aprender a escuchar con respeto y compasión, pero también a practicar más la bondad del corazón.

 

* Psicóloga - Docente titular de la Universidad de Manizales.

www.fannybernalorozco.com

 


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