Mucho ruido y pocas nueces, ese estribillo que se repite para significar que se habla mucho y se hace poco, es lo primero que se nos viene a la cabeza cuando nos vemos cara a cara con el título del libro del periodista cultural manizaleño, Jaime Andrés Monsalve: El ruido y las nueces - Historias asombrosas de la música en Colombia. Aunque la frase original es una comedia de Shakespeare.

Debo decir que la erudición de este colega, característica para lo que aprovecha su capacidad memorística, siempre nos ha servido a quienes le mendigamos. Nos pone a disposición el dato sobre un disco que uno escuchó alguna vez o una buena recomendación, ya sobre un buen tango, ora de un incunable pasillo o, por qué no, una rara interpretación rockera. Porque la música es parte de Monsalve y esta, para disfrutarla más, hay que tener con quién escucharla.

Una ventaja adicional de ser suscriptor de la revista elmalpensante es poder hacerse a libros como este antes que las demás personas. Que este comentario haya tardado en salir es por el turno que debió esperar, pues al echar ojo a estas historias, el lector avanzará rápido entre una y otra. Solo querrá conocer más curiosidades. Eso sí, la tardanza llegará porque van a querer buscar ese disco o ese video, bien en Youtube o en alguna aplicación de música. Es un libro para leer acompañado con la banda sonora del artista del que se habla.

En lo periodístico, valoro que el autor no se conformó, en esta compilación, con reunir todos los artículos como fueron publicados originalmente en distintos medios de comunicación, principalmente en elmalpensante. Prefieriò actualizar las piezas que debìa para ponerse al día, corrigió las que ameritaban ese ajuste y así lo anuncia de manera transparente. Un asunto clave en la confianza con los lectores.

No tiene sentido que se hagan recopilaciones de artículos y teniendo la oportunidad de corregir o incluir datos nuevos, no se proceda en consecuencia. Monsalve demuestra que es de rigor profesional mejorar los textos cada vez que se pueda. Ah, y reescribirlos si es necesario.

El libro está dividido en tres partes, que son los elementos del título: 1. Historias asombrosas de la música en Colombia; 2. El ruido, y 3. Las nueces. La primera parte son efectivamente lo que anuncian, se trata de curiosidades que tienen que ver con compositores, autores o cantantes y sus vicisitudes en algún momento o a lo largo de la vida de ese personaje.

Allí se encuentran historias de agenda propia, que les enseña a quienes aspiren al periodismo cultural, que este también requiere de reportería pura y dura, no solo del gusto por las artes, como lo intenta tanto imberbe cinéfilo que por haber visto dos películas aburridas ya se siente docto en crítica de cine. Esa gana de opinar para evitarse el trabajo de la reportería.

Al contrario, los invito a leer este libro para que vean que hay reportería de calle, para entender cómo se confirman los datos, cómo se busca dónde sea necesaria la fuente clave que dará la historia reveladora. Aquí hay un personaje con oficio y buen oído y, como si fuera poco, con ese aire de cronista que ya había demostrado desde hace rato. Es un gusto leer este texto.

El ruido tiene que ver con comentarios de discos con base en ese conocimiento sobre las músicas que tiene el autor y también, como no puede ser de otra manera, atravesado por su propio gusto y por la misma vena de reportero que ya mencioné. Lo había leído antes, y lo disfruté de nuevo, ese trabajo sobre Corrientes 348, ese tango que desdeñan los cultores, pero que disfrutamos tanto quienes seguimos gozando con ese coctel de amor.

A su turno, las nueces son perfiles sobre músicos que han llamado la atención de Monsalve en algún momento, bien porque forman parte de su banda sonora o porque el escrito lo motivó una coyuntura noticiosa sobre ellos. Allí aprenderemos mucho más de esos pioneros aguadeños que fueron Los Hermanos Hernández o de Mario Gareña, de Johnny Pacheco o Roberto Roena, entre otros.

Lean este libro, escuchen la música recomendada para casi todos los gustos y #HablemosDeLibros, puede ser con mucho ruido y unas cuantas nueces.

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El ruido y las nueces (Jaime Monsalve)