Fernando-Alonso Ramírez
Periodista y abogado, con 30 años de experiencia en La Patria, donde se desempeña como editor de Noticias. Presidió el Consejo Directivo de la Fundación para la Libertad de Prensa en Colombia (Flip). Profesor universitario. Autor del libro Cogito, ergo ¡Pum!
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Pinocho, un niño de verdad. Así se tituló la adaptación que del libro clásico del florentino Carlo Collodi se presentó una semana atrás en el Teatro Los Fundadores, bajo la dirección de Leonardo Arias, fundador de Actores en Escena, agrupación teatral que le aporta a la escena en Manizales desde hace 30 años.
La adaptación se realizó para celebrar los 35 años de la Fundación Niños de los Andes en esta ciudad, razón por la que los actores y músicos fueron mismos integrantes del grupo de teatro y de la Fundación que ayuda a la protección y resarcimiento de derechos de niños vulnerables.
Esas dos noches de presentación reunieron en el Teatro una sumatoria de cosas positivas, que habla de lo mejor de los manizaleños. Esta obra, de los hermanos Jaramillo, ha demostrado con creces que con constancia, amor y apoyo pueden transformar vidas de jóvenes como lo han hecho con miles. Y cientos de personas acudieron a la cita porque se sienten comprometidos con ayudar en esta causa, como lo hizo el director de la obra, Leonardo Arias.
Pero no se llamen a engaños, ir a colaborar estaba bien, pero la gente se llevó una maravillosa sorpresa por la calidad del espectáculo, que merece de pie todos los aplausos. Fue talento puro reunido en un escenario.
Se lucieron en actuación, musicalización, vestuario y escenografía. Es una obra que bien puede ser presentada en cualquier lugar sin temor alguno, pues si con apenas dos actuaciones en público la tienen tan afinada, cómo será cuando ya lleven muchas presentaciones. Ojalá se les brinde la oportunidad que así sea.
La mayoría, estoy seguro, aunque especulo, conocen la obra de Pinocho por la versión cinematográfica y animada de Walt Disney, pero el libro es mucho más impactante. En las calles de Florencia en Italia se encuentran todo tipo de recuerdos de este autor, para que la gente se dé cuenta del origen de esta obra.
La figura clásica de Pinocho, un niño de verdad, en la portada de este texto. Hay miles de portadas diferentes.
El libro, un verdadero clásico lo que garantiza su factura, debe seguirse regalando a niños y niñas para que entiendan desde la fábula los problemas que puede acarrear el preferir la vida fácil. Además, es un libro bien entretenido. Allí se encuentran el Pinocho que sale del madero, el viejo carpintero Geppeto, los supuestos amigos, que nos son sino amigotes, entre otros. Así que vayan al libro, no se queden con la película, porque igual tiene alguna diferencia.
Y mejor si van a ver la obra de teatro cuando se presente una nueva oportunidad para ello. Porque el profesionalismo con la que asumieron el trabajo todos los encargados de la producción es memorable y además se colabora con una causa noble y ya probada en resultados.
Por momentos parecía estarse frente a una agrupación de veteranos, duchos de enfrentarse al público en las tablas. El recurso del sistémico para multiplicar a Pinocho fue un detalle de alta factura teatral.
Fue notoria la preparación y es claro que se ensayó una y otra vez, y eso se notó de sobra. Se podrá criticar una escena larga aquí, un momento desconectado allá, pero el conjunto es completamente armonioso. Qué bien por Actores en Escena que ya cumple 35 años de labores ininterrumpidas y por la maravillosa obra social y de oportunidad a vidas que otros dan por perdidas de la Fundación Niños de los Andes. Ahí se conjuga lo mejor de los manizaleños, en la solidaridad y en la cultura.
Que sea una oportunidad para que #HablemosDeLibros y de teatro.
Foto | Freddy Arango | LA PATRIA
La actuación se la tomaron en serio. Aquí, Pinocho y Gepetto.