En una columna anterior (23.06.2025) hice alusión al concepto de “capital social” de Pierre Bourdieu. Hoy, vale la pena traer a colación otra de sus aportaciones fundamentales: el “capital cultural”. En su obra Poder, Derecho y Clases Sociales (1983), Bourdieu afirma que “el mundo social es historia acumulada” (p. 131). No se puede imaginar un territorio sin historias, sin memoria, sin patrimonio ni narrativas.
¿Podemos pensar en Manizales sin museos, sin literatura, sin libros, sin teatro o sin música? ¿Sin universidades, sin espacios para la conversación y la reflexión histórica? Sería de una pobreza absoluta, si no económica, sí cultural, como la que atraviesan muchos municipios de Colombia. Hace 10 años nació la Cátedra de Historia Regional de Manizales y Caldas, Cultura y Territorio, una iniciativa que ha perdurado gracias a que la ciudad cuenta con un entorno propicio para el fomento cultural.
Este ambiente ha sido clave para que Manizales sea reconocida a nivel nacional y conserve su estatus como uno de los territorios con mejor calidad de vida del país. La sostenibilidad de la Cátedra -financiera, social, ambiental y cultural- ha sido posible gracias a una admirable articulación entre múltiples sectores: público (Secretaría de Cultura, Ministerio de las Culturas, Banco de la República, Cable Aéreo), privado (Cormanizales, Centro Digital), empresas de servicios públicos (Emas, Efigas, Chec), medios de comunicación (La Patria, RCN, UMFM), sociedad civil (Sociedad de Mejoras Públicas, Academia Caldense de Historia) y la academia (Universidad de Caldas, Universidad Católica Luis Amigó), entre muchas otras entidades cuyo listado completo excedería el espacio de esta columna.
El engranaje lo hace la Corporación Piedramaní, de la mano del Comité Académico del cual hacen parte los distinguidos historiadores Albeiro Valencia Llano y Luis Fernando Sánchez Jaramillo. ¿El resultado? A la manera de Bourdieu, un significativo aumento del capital cultural en Manizales y Caldas, expresado en más de 25.000 asistentes (capital cultural incorporado), acceso a objetos, obras y libros (capital cultural objetivado) y más de 900 personas tituladas (capital cultural institucionalizado).
Además, el modelo de descentralización de la Cátedra ha permitido llevar esta experiencia a municipios como Samaná, Victoria, La Dorada, Anserma, Riosucio, Aguadas, Salamina, Herveo y Mariquita, enfrentando el centralismo cultural con acciones concretas. Pero no solo se ha fortalecido el capital cultural. También se ha impulsado el diálogo como herramienta de paz y convivencia, aspectos por los que Manizales también es reconocida en el país.
Felicitaciones a las personas e instituciones que han hecho posible este proceso. Ojalá que el próximo decenio nos encuentre con más voluntad, creatividad y compromiso. PD: No dudo de los méritos del señor gerente de la Licorera para haber sido designado Caldense del Año. Sin embargo, sería deseable que el jurado considere, en futuras ediciones, una visión más incluyente. ¿Por qué no crear categorías para que lo económico y lo cultural no compitan, sino que coexistan? Todos saldríamos ganando.
(Por transparencia quien escribe esta columna es Coordinador General de la Cátedra de Historia Regional de Manizales y Caldas).