Gonzalo Duque Escobar

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La tarde del 13 de noviembre de 1985, aunque en Armero ya caía ceniza del volcán Nevado del Ruiz porque pasadas las 3:00 p.m. se había dado un evento premonitor del paroxismo de las 9:15 p.m., los armeritas que temían más la ruptura de la represa del Sirpe en el Lagunillas, ignorantes de la magnitud del verdadero peligro que los acechaba y no visualizaron, fueron abatidos por un flujo de lodo o lahar del Ruiz que arrasó el poblado de 29 mil habitantes. La tragedia se da pese a que la riada tardó cerca de dos horas, toda vez que a las 11:35 p.m. irrumpe en el poblado su primer pulso, lo que significa que había tiempo para evacuar de haberse dado la alarma oportunamente.
Tras la desaparición de Armero en 1985, Colombia instauró el Sistema Nacional para la Prevención y Atención de Desastres (SNPAD) con la Ley 46 de 1988, y luego se fortalece su capacidad al expedir la LOOT 2011 tras La Niña 2010/11 adaptándolo para las fases de reconstrucción y también ocuparse de la prevención de los desastres, al tiempo que se crea el Fondo Nacional de Calamidades, pero todavía queda pendiente el desarrollo de una cultura ambiental soportada en una visión biocéntrica, donde el Estado se fortalezca frente al mercado, la economía se humanice y la gestión del riesgo se reoriente hacia la participación comunitaria, para que se apropien de los territorios entendidos como el resultado de procesos de transformación colectiva.
La de Armero fue una tragedia anunciada, ya que en la obra “Historia de los terremotos en Colombia” (IGAC1975) del geofísico Jesús Emilio Ramírez -SJ-, se narra que los lahares del Ruiz ocurridos en 1555 y 1845 cobraron la vida, en su orden, de 600 indios Gualíes y de mil personas que habitaban el valle de salida del Lagunillas, y todo esto en el mismo lugar donde luego se fundará la “Ciudad Blanca”; entonces, para enfrentar con acierto la cultura volcánica, se debe conocer durante el proceso educativo, el territorio entendido como una construcción social e histórica, para hacer de los fenómenos naturales huéspedes condicionantes de acciones y beneficios, y no sufrir sin comprender, las agresiones de las amenazas naturales en el medio que habitamos.
Finalmente, para entender la bondad de la previsión volcánica con participación comunitaria, recordemos que, tras la erupción del volcán Nevado del Huila, del 18 de abril del 2007, se presentó una avalancha por los ríos Páez y Símbola que destruyó tres puentes viales, afectando a 5.337 comuneros indígenas en varios resguardos de Huila, Tálaga, Belalcázar y Cohetando, sin que se generaran pérdidas de vidas humanas gracias a que evacuaron oportunamente tras la señal de alarma.
Siendo así, debemos preparemos para una erupción volcánica de tipo pliniana y por lo tanto mayor que la de 1985 dado que, con el nivel de amenaza alta, la lava puede fluir, las nubes ardientes llegar hasta 10 km y los lahares cubrir áreas mayores, entre otros eventos señalados en el mapa de Ingeominas.