El nuevo Nobel de Economía premia la idea básica de la innovación, ya que tras la destrucción por la innovación creativa, se genera progreso al reemplazar gradualmente las antiguas empresas -razón por la cual es el obrero quien debe reinventarse-, tal cual ocurrió con la llegada del automóvil en 1886, cuando Karl Benz patentó el que fuera considerado el primer automóvil propulsado por un motor de combustión interna, un invento que relegó a un segundo plano la industria ecuestre, pero que transformó el transporte.
Igualmente, en la historia la Revolución Industrial como transición de una sociedad agrícola a una industrial, pasando de una economía manual a una comercial, implicó la mecanización del campo como cambio estructural que generó un exceso de mano de obra rural y el crecimiento de fábricas en las ciudades, una transición que tuvo como factores la Innovación agrícola, la invención de la máquina de vapor, el crecimiento urbano por migración, el surgimiento del capitalismo y las nuevas relaciones laborales.
También, si tras esa creación de nuevas técnicas y cultivos sumada a la industrialización dando origen a la clase obrera industrial, las innovaciones del aparato productivo se tradujeron en un mejor nivel de vida para la población, esta civilización sabe que el estancamiento económico se rompe con la llegada de soluciones innovadoras basadas en desarrollos tecnológicos y no con privatización o protección de empresas públicas y desregulación neoliberal, lo que incrementa la desigualdad, sino reeducando la masa laboral para adaptarla a las exigencias del cambio.
Si el progreso se genera con el surgimiento de nuevas tecnologías como factor de productividad, y el empoderamiento de la sociedad civil a partir del conocimiento, el impacto fundamental de la innovación resulta ser el crecimiento económico, por lo cual el Estado debe promover la innovación como estrategia para combatir el estancamiento de la economía, donde los obstáculos a la creación de empleos e impulso a la innovación suelen ser la regulación inadecuada e insuficiencia de capital, y la falta de personal cualificado por falencias del sistema educativo.
La difusión del conocimiento técnico y científico, para lograr que la ciencia sea comprensible y universal, es un motor del progreso, en el que la clave del desarrollo pasa por la democratización del conocimiento, y por lo tanto por el acceso a la educación y la tecnología en lugar de la privatización y la mercantilización de los bienes y servicios que pregona el neoliberalismo, toda vez que el desarrollo no depende tanto de inventar más tecnologías, sino de crear condiciones para que las ideas prosperen.
Actualmente, cuando presenciamos un cambio fundamental en las nuevas tecnologías, liderado por la Inteligencia Artificial, aunque la innovación y el progreso tecnológico como sabemos que pueden aumentar la productividad e impulsar el desarrollo, y el costo de esta transición que será inevitable resultara alto ya que implica la desaparición de industrias y empleos, lo grave es que mientras no cerremos las brechas informáticas y educativas del país para enfrentar el proceso, no podremos dar por sentado el crecimiento.