En medio de tantos escándalos de Manizales en estas últimas semanas, y con el alma desgarrada al ver cómo nuestra ciudad se desfigura ante el mundo por causa del egocentrismo de un Carlos Mario Marín mediocre, pusilánime, incapaz, corrupto y megalómano, hoy queremos reposar en el oasis generado desde la Gobernación de Caldas. Porque mientras en Manizales todo es caos, destrucción, conflicto, desazón, violencia y agresión, en Caldas se respira otro aire: desarrollo, trabajo, resultados económicos, realizaciones y cumplimientos de metas y programas. Y aunque existen falencias, y el camino es pedregoso y difícil, las esperanzas se mantienen y se fincan en la presencia de un grupo de trabajo dinámico, capacitado y dedicado a encontrar soluciones en vez de generar problemas.
Y mientras opositores frágiles, superficiales y pueriles como Camilo Gaviria y la bodeguita verde del alcalde, disparan con regadera acusaciones infundadas, señalamientos sin soporte, sentencias sin proceso y ofensas viscerales, el gobernador no se detiene a responder esas banalidades y, por el contrario, parece que le inyectaran más ánimos para mostrar sus resultados, y lo dotaran de combustible para seguir luchando y cumpliendo sus metas.
Porque ¡vaya contraste el que tenemos! Una Licorera de Caldas liderando la industria en Colombia, transfiriendo millonarios recursos para salud, educación y recreación, y mostrando que lo público se puede manejar con probidad y eficiencia; un programa de construcción y entrega de viviendas en diferentes rincones del departamento, y marchando sobre bases ciertas y efectivas; Empocaldas llegando a más caldenses y mejorando infraestructura y calidad del servicio; y Aerocafé, la obra más grande y ambiciosa de la región, ya asegurada no solo por el blindaje de los recursos disponibles, sino por la nueva manifestación masiva de aquiescencia comunitaria que quedó plasmada ante el Gobierno Nacional en el diálogo regional de esta semana. Todo esto (y muchas otras cosas), mientras en Manizales nuestra atención está centrada en buscar la manera de sobreponernos al ridículo del alcalde; en tratar de subsanar el perjuicio social que nos causan sus berrinches nacionales; en enmendar las peleas de verduleros entre Carlos Mario y sus secretarios; y en crear una barrera para evitar que la corrupción siga carcomiendo nuestro presupuesto y destruyendo la ciudad desde sus bases físicas y morales.
Sí: el contraste es grande. Y aunque a los opositores les duela que se les diga la verdad, tenemos que hacerlo porque no podemos seguir permitiendo que a proyectos como Aerocafé los sigan asediando, mancillando y destruyendo a punta de rumores, maledicencias y versiones infundadas. No podemos permitirles a los irresponsables enemigos ya reconocidos, que sigan haciendo acusaciones vagas, sin soporte y temerarias cuyo fin es generar caos y destrucción para pescar en río revuelto; no podemos seguir silenciosos ante las barbaridades que desdibujan la realidad y terminan, en últimas, reemplazándola.
Yo pregunto: si, por ejemplo, el diputado Camilo Gaviria tiene sustento probatorio para poder vociferar que Aerocafé está lleno de corrupción y que sus dineros se están perdiendo, ¿por qué no ha cumplido con su obligación como servidor público de denunciar los hechos ante las autoridades? El artículo 67 del Código de Procedimiento Penal dice: “… El servidor público que conozca de la comisión de un delito que deba investigarse de oficio, iniciará sin tardanza la investigación si tuviera competencia para ello; en caso contrario, pondrá inmediatamente el hecho en conocimiento ante la autoridad competente”. Es una obligación, diputado; no es voluntario. Y el no hacerlo tiene consecuencias jurídicas de extrema gravedad; así como las tiene el lanzar acusaciones infundadas y exteriorizar amarguras a título de señalamientos en contra de sus rivales, tratando de degradarlos sin algún fundamento idóneo. Si en Carlos Mario son vergonzosos sus berrinches, ligerezas, pataletas y actitudes de niño mimado, en usted, diputado, son peores aún. Porque usted no puede alegar juventud extrema ni comportamientos púberes. Usted ya debería haber madurado.
Rematamos pues esta semana con una muy buena noticia: el mensaje de solidaridad, unión y complacencia masiva de los caldenses con la necesidad de sacar adelante a Aerocafé. Si eso era lo que necesitaba el Gobierno Nacional para destrabar el proyecto, Caldas y el gobernador, Luis Carlos Velásquez, cumplieron su cometido. ¡Gracias y para adelante!