Cuando se visita alguno de los campos de concentración de la Alemania Nazi el turista se encuentra con una manifestación de arrepentimiento y contrición de un país que sabe que la barbarie ocasionada no puede repetirse y que debe pedir perdón eternamente a la humanidad.
Ese reconocimiento manifiesto ha hecho que el mundo pueda mirar a Alemania como un país contrito, que trata de superarse de un episodio vergonzoso, y el progreso y desarrollo no se han hecho esperar. Es el valor de vencer el orgullo y saber aceptar las equivocaciones para superarse ante las crisis.
Distinto a lo que pasa en Colombia. Se cumplieron 40 años de una de las salvajadas mas horribles de nuestra historia: la toma a sangre y fuego del Palacio de Justicia por el grupo terrorista M-19, un hecho que avergonzaría al mas impúdico, si no fuera porque la izquierda colombiana, encabezada por el sátrapa, ha querido trivializarlo y, en lugar de mostrar vergüenza o arrepentimiento, se ufana de haberlo cometido y lo considera una “genialidad”. Un magnicidio del que debería siquiera aparentar contrición, es utilizado por el presidente para burlarse de Colombia y revictimizar al país.
Pero, no contento con su descaro y exhibiendo un orgullo despreciable, se arropa en la bandera de su grupo criminal, destila odio desde el poder y, mediante el abuso y allanamiento mediático, polariza a los colombianos; arenga masas; amenaza con destrucción y muerte; e incita a nuevos “estallidos sociales”, o tomas guerrilleras urbanas. Para eso ha conformado vastos grupos de desadaptados, vagos, viciosos, asesinos, pirómanos y vándalos de la primera línea (pagados con nuestros recursos), que están listos para salir a matar policías y destruir bienes públicos y privados a sus anchas, pues saben que el propio presidente desarmó la Fuerza Pública y la dejó inerme ante las asonadas con las que pretenden doblegar las instituciones y los órganos constitucionales. ¡La paz total!
¿Qué remedio nos queda?: ¡El imperio de la Constitución y de la ley! Por eso el temor a Abelardo de la Espriella. Porque es un candidato arrollador que plantea gobernar bajo los preceptos del orden y la autoridad. ¡Y eso espanta a los zurdos! Porque ellos, incluyendo el sátrapa, saben que se acabarán sus desmanes y que el poder de la desvergüenza llegará a su fin; porque temen la aplicación del código penal, pues lo han pisoteado de todas las formas; porque finalizará el reinado de la impunidad que es donde ellos se desenvuelven con soltura; porque cambiaremos las muelles sillas del Congreso y de las oficinas estatales, por las mazmorras a donde irán a parar quienes nos violentan hoy sin misericordia.
Entonces ven la fuerza de Abelardo y piden bajarles el tono a las campañas políticas, cuando es en la Casa de Nariño donde se detonan las olas de violencia. El cinismo petrista está llegando a su fin. ¡Y los zurdos están entrando en pánico! ¡Ahora tenemos que unirnos, para arrollar en primera vuelta!