Los requisitos para optar por el título de bachiller o similares han variado con el transcurso de los años, buscando cumplir una formación integral cuya definición también ha cambiado en la medida que se identifican y usan nuevas tecnologías, siempre buscando la dimensión filosófica del significado de estudiar y terminar los estudios preuniversitarios.

En los años sesenta del siglo anterior para quienes cursaban quinto y sexto de bachillerato, los colegios tramitaban enlaces para que sus estudiantes complementaran su formación con su presencia en instituciones con labores sociales como la alfabetización.

Muchas personas en Manizales se beneficiaron de estas actividades cuando se hacía con juicio y entendido que se realizaba con la idea de ir más allá del hecho de cumplir con un requisito. Varias instituciones prohijaron esta actividad y algunos de quienes recibieron las primeras enseñanzas llegaron hasta la vida universitaria.

Existían otras actividades voluntarias y solidarias que permitían entender a quienes necesitaban de apoyo, generalmente físico, para lograr llevar hasta los más humildes manos de obra, pico y pala, necesaria, oportuna y no calificada, aunque no fuera bien calificada, pero se contaba con dirección de personas experimentadas e igualmente voluntarias.

El Vaticano anunció el pasado 23 de mayo, la realización del Consistorio para canonizar a José Allamano, nacido en Castelnuovo Don Bosco, Italia, y fallecido en Turín en 1926, a los 75 años de edad. Fue el fundador de los Misioneros de la Consolata. Beatificado por el Papa  Juan Pablo II, el 7 de octubre de 1990.

Cuando se enuncia a la Consolata en Manizales, el recuerdo retrocede hasta el Misionero Gerardo Botaccín, eje central de la creación de la Iglesia, Santuario, de Nuestra Señora de Fátima, localizada hoy en la Comuna Universitaria. El padre con su sotana blanca en su vehículo, un campero gastado generalmente sin carpa, pero siempre en movimiento, muchas veces gracias a su conocimiento de mecánica, se desplazaba por toda la ciudad acarreando materiales para sus obras: La iglesia y las primeras casas del barrio Fátima y de Pio XII, con aportes de manizaleños e italianos.

Aunque no era joven siempre estaba en acción, ignorando tiempo y clima, para su iniciar al alba la construcción de sus apreciadas obras. Su léxico llano con acento italiano. Recordaba, cuando se fraternizaba con él, su actividad misional en África durante la II Guerra Mundial y la manera como estuvo cerca de la muerte, en medio de una invasión.

Se recuerda,  que él mismo diseñó y dirigió las obras del  Santuario. Gerardo Botaccín, un hombre de carácter y bueno, convencido e indisolublemente fiel a su fe y superiores.

En un momento dado, cuando el seminario de la Consolata dejó de existir, fue proclive a que la sede y terrenos aledaños fueran adquiridos por la Universidad de Caldas, inicialmente para la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia. Muchos factores humanos, con una visión limitada del desarrollo y con no pocos argumentos falaces, impidieron este proyecto. La oficina de Gerardo Botaccín como era lógico, la presidian el Crucifijo y la fotografía de Giuseppe Allamano, sus dos guías.

La obra de la Consolata ha sido benéfica para la ciudad de Manizales y sobre todo para sus habitantes que encuentran en el templo lugar para expresar querencia por el Templo y la práctica religiosa que allí se desarrolla.

A ello hay que agregarle que la obra arquitectónica se ha convertido en un sitio de interés histórico y turístico.

Con la canonización de José Allamano, es apenas de simple gratitud recordar a quien hizo mucho por la ciudad y sus gentes sin esperar nada, solo cumplir con su vocación de misionero, esta vez en Manizales.

Inmenso bien perenne le hizo el padre Botaccín a Manizales.