Según la Real Academia Española, boulevard se define como una “calle generalmente ancha y con árboles” o como un “paseo central arbolado de una avenida o calle amplia”. Sin embargo, hoy no estoy seguro de que esas definiciones describan con precisión algunas de las obras que se están ejecutando en Manizales.

Cuando discutíamos las obras que esta Administración municipal planeaba construir, entre varios concejales surgía una pregunta constante, ¿están estos proyectos pensados con criterios de accesibilidad para las personas mayores y para quienes se encuentran en situación de discapacidad? Las respuestas, tanto de la Secretaría de Infraestructura como de sus funcionarios, siempre fueron afirmativas. Aseguraban que sí, que las obras serían incluyentes, seguras y accesibles.

Pero hoy, al observar varias de ellas a medio hacer, porque no están terminadas, porque se incumplieron los plazos y porque la Secretaría de Infraestructura no se ha tomado la molestia de informarle con claridad ni a la ciudadanía ni al Concejo de Manizales, queda en evidencia que esas promesas no se cumplieron.

Para hablar con nombre propio, basta mencionar el bulevar de San Jorge. En la sesión del 1 de julio del 2025, realizada en la Institución Educativa de este barrio, el representante de la Secretaría de Infraestructura mencionó que esta obra debía entregarse el 17 de octubre. Sin embargo, esa fecha ya pasó y el panorama es de incertidumbre, la obra no está terminada, no conozco la nueva fecha de entrega y tampoco se conocen las razones del retraso.

Además, esta intervención, que tiene un valor inicial de 3.232 millones de pesos, sigue siendo un misterio en cuanto a plazos y posibles sobrecostos. Se adjudicó al Consorcio Bulevar Neiva, conformado por ingenieros provenientes de Neiva y Popayán.

Paradójicamente, el argumento para desarrollar estos bulevares se sustenta en un dato innegable, el bajo nivel de espacio público efectivo que tiene Manizales. Las comunas con menor disponibilidad de este tipo de espacios son San José, Cumanday y La Estación. En esta última, el promedio apenas alcanza 1.72 metros cuadrados por habitante. Precisamente por eso se planteó la construcción de estos bulevares, para ofrecer nuevos espacios de encuentro y recreación.

Sin embargo, al recorrer el supuesto “boulevard” de San Jorge, lo que encontramos dista mucho de ese propósito. No solo es un espacio poco amigable para las personas mayores o con movilidad reducida, sino que, además, no tiene un solo árbol. Una ironía que contradice incluso la definición más básica del término y que plantea una pregunta incómoda: ¿para quién se están haciendo realmente estas obras?

Podremos sonar insistentes al hablar del cambio demográfico que atraviesa nuestro municipio, pero es urgente que todos comprendamos una verdad esencial, ¿para quién estamos planificando nuestra ciudad?

Repetir que Manizales es un territorio poco amable con su población mayor puede sonar a obviedad, pero sigue siendo una verdad incómoda. No basta con recibir premios de “Ciudad Sostenible” si esos reconocimientos no van acompañados de un pensamiento abierto, incluyente y humano, capaz de considerar a la mayoría de habitantes que día a día transitan, viven y envejecen en esta ciudad.