Unos Juegos Nacionales no se hacen por medallas, se hacen para dejar escenarios deportivos dignos para los deportistas, y, aunque parece una contradicción el título de esta columna, tristemente es una realidad que explicaré en este escrito basado en los debates de control político que alcanzamos a dar en el 2023 y con la información que el pasado viernes 16 de febrero nos entregó Diego Espinoza, secretario de Deporte de la actual Administración municipal.
Los Juegos Nacionales son el evento deportivo más importante de nuestro país y sus departamentos, ocurren cada cuatro años y la elección del territorio que los celebra se da justamente por temas políticos y por la capacidad de infraestructura deportiva, hotelera, vial, entre otros; es decir, no es una tarea fácil y la gestión política en Bogotá de los alcaldes y gobernadores es ardua. En este orden de ideas la adjudicación de este espacio político-deportivo se debe tomar con toda la responsabilidad del caso, para que no sea un “chorro de babas”.
Esta posibilidad de realizar los Juegos Nacionales en el Eje Cafetero, en el departamento de Caldas y sobre todo en Manizales, fue en trabajo mancomunado entre el alcalde y el gobernador de la época, Octavio Cardona y Guido Echeverry, respectivamente, pero también de la mano de los demás gobernantes de los otros departamentos y ciudades capitales. En ese sentido, se tenía conocimiento desde junio del 2019 que el Municipio se debía preparar para asumir este evento deportivo en noviembre del 2023, es decir, cuatro años para tener todo al punto y adecuar los escenarios deportivos existentes e invertir para construir unos nuevos. Es necesario mencionar que este evento en la región no ocurría desde hace treinta años.
En esos cuatro años le correspondió a Carlos Mario Marín ser “alcalde” y a mí, concejal de Manizales. Desde el Concejo se aprobaron todos los recursos necesarios, no solo para la adecuación de los dos coliseos, también se aprobaron diez mil millones de pesos para construir el Coliseo Multipropósito de la Baja Suiza, obra que no alcanzó ni siquiera a empezar debido a la pelea de egos lizcanistas de quienes nos gobernaban, Carlos Mario en el municipio y Luis Carlos Velásquez en el departamento.
Ahora, a la fecha se puede decir que los Juegos Nacionales en vez de darnos y mejorarnos los escenarios deportivos, nos dejó sin ellos. Por supuesto que no es culpa de los Juegos, pero sí de quienes nos gobernaron y fueron incapaces de hacer lo que se comprometieron y prefirieron buscar responsables como el Ministerio del Deporte (que también tiene responsabilidad) en no asumir sus culpas.
En el debate de control político llevado a cabo el pasado viernes 16 de febrero con la Secretaría de Deporte se revisaron los empalmes de los escenarios deportivos y los Juegos Nacionales. El panorama fue desalentador. Todavía no se entrega ninguno de los dos coliseos y aún quedan haciendo falta seis mil millones de pesos para terminarlos, pero lo más grave es que hoy no hay espacios donde nuestros deportistas puedan entrenar dignamente.