El país se encuentra en total incertidumbre acerca de la realización de los XXII Juegos Deportivos Nacionales y VI Juegos Deportivos Paranacionales, evento que tiene como sede el Eje Cafetero, reuniendo a más de 11.000 atletas en 40 disciplinas, entregando 636 medallas. A pocos días de la apertura de este importante certamen, que se llevará a cabo entre el 11 de noviembre y el 10 de diciembre de 2023, existen grandes interrogantes acerca de las obras de infraestructura que son necesarias para su adecuado desarrollo y que son requisito indispensable para la calidad de las competencias.
El Ministerio de Deporte, entidad encargada de liderar este evento, ha demostrado que es una entidad altamente burocrática e ineficiente, presentando demoras en aspectos estructurales para la realización de las justas; prueba de ello, es que el Conpes 4095 que entrega las directrices para la inversión en los escenarios tuvo retrasos en su elaboración, en este documento se valoraron en 300 mil millones de pesos las obras de infraestructura, responsabilizándose la Nación con la asignación del 49% de los recursos, lo restante está a cargo de las gobernaciones y las alcaldías.
La crisis en la institucionalidad que vive el país no ha sido ajena al Ministerio de Deporte, que se ha dedicado a realizar comités sobre comités, pero sin resultados que permitan garantizar que los juegos se desarrollen como fueron diseñados y anunciados al país y a la región en junio del 2019. Ante semejante
situación, no se evidencia un plan de choque para garantizar la calidad a los miles de deportistas, además de un cronograma claro de la entrega de los escenarios, por el contrario, lo que se identifica es la “tirada de pelota” de la responsabilidad del Gobierno nacional hacia las entidades territoriales y viceversa.
Los Juegos Nacionales se encuentran en puntos suspensivos, dejando entrever las dificultades que se presentan para articular en un propósito común a las diferentes instituciones del Estado del orden nacional, regional y local, donde el ego y la individualidad no deben de existir. Se está desperdiciando la oportunidad de demostrarle al país que el Eje Cafetero es una región que trabaja unida, con eficiencia y resultados, siendo necesario reflexionar acerca de la importancia que los dirigentes tanto del ámbito territorial como nacional, establezcan una agenda que permita alcanzar objetivos conjuntos, siendo la máxima premisa que se genere el desarrollo para los ciudadanos.
Una de las posibles soluciones para dar cumplimiento a los Juegos Nacionales y que finalmente no se concretó, era incluir en diferentes disciplinas a los municipios de la región, esto permitía descentralizar las justas e involucrar a los localidades de sexta categoría que hacen parte del Eje Cafetero como subsedes, sumado a que los alcaldes habrían cofinanciado la construcción de los escenarios, configurándose en una apuesta hacia la actividad física en el largo plazo para los territorios; genera un sinsabor que se contó con la planeación requerida para que la región se luciera ante el país, sin embargo, la opinión pública se ha dedicado más a reseñar el evento por los retrasos, las improvisaciones y las investigaciones, que por el impacto que este generará en el deporte y el desarrollo económico.
Por su parte, los miles de deportistas que pasaron escaño a escaño la parte clasificatoria con su disciplina, pasión y talento se encuentran listos para entregar lo mejor, dejando el nombre de sus departamentos en lo más alto del ranking nacional. Ahora, les corresponde a las entidades tanto del orden nacional, regional y local responder, dejar a un lado los egos y las excusas para que el país disfrute del nivel de sus atletas.
Quedan pocos días, los esfuerzos deben ser los máximos para concretar un sueño que como región hemos tenido por mucho tiempo y el cual quede para la historia no por sus inadecuados manejos administrativos, sino por demostrarle al país el talento de los deportistas colombianos.