Rodrigo Uprimny es uno de los más destacados juristas y constitucionalistas del país. Es reconocido nacional e internacionalmente. Es miembro del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la Organización de las Naciones Unidas. Es fundador e investigador de Dejusticia, una organización sin ánimo de lucro dedicada a la promoción de los derechos humanos y del Estado de Derecho. Uprimny es principalmente un académico y como tal es no solo muy erudito, sino también muy riguroso en sus análisis, los cuales suelen seguir líneas argumentativas muy sólidas y están respaldados en la mejor evidencia disponible. También es una persona serena, crítica pero respetuosa.
Hace unos días, Uprimny publicó su más reciente columna habitual en el diario El Espectador. La dedicó al doloroso tema de los mal llamados falsos positivos que no son otra cosa que ejecuciones extrajudiciales. Lo hizo a propósito de la audiencia organizada por la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) sobre estos crímenes, cometidos por miembros del Ejército Nacional en el departamento del Casanare y que, como señaló el columnista, mostró evidencia que coincide con la presentada en otras regiones del país. Como recordó Uprimny en esa columna, las cifras presentadas por la JEP acerca de estos oprobiosos crímenes superan los 6.400 casos entre 2003 y 2008, una cifra que es más del doble que el número de asesinatos y desapariciones en el régimen de Augusto Pinochet, en Chile.
Sobre el expresidente Álvaro Uribe, Uprimny señala en su columna que este tiene razón al afirmar que no existe ninguna prueba que indique que fue él quien ordenó los falsos positivos, y añade: “Es más, yo honestamente no creo que los haya ordenado”. Sin embargo, explica Uprimny, eso no exime al expresidente de su responsabilidad como presidente y comandante supremo de las Fuerzas Armadas. El mando del expresidente era efectivo y, además, si por algo se caracterizó su gestión fue por la llamada micro-gerencia de los asuntos del gobierno. Lo cierto es que, en este caso, Uribe Vélez reaccionó en forma demasiado tardía. Si, como parece ser, al expresidente no le cabe responsabilidad penal por estos hechos -concluye Uprimny- “es clara su responsabilidad moral y política”.
Inmediatamente el expresidente reaccionó en las redes de forma violenta, infame y mezquina. Una de las cosas que dijo fue: “El señor Uprimny podría ser uno de los responsables morales y políticos del terrorismo por sus posturas”. Además, ofendió a las víctimas al insinuar que las familias de quienes fueron asesinados en los falsos positivos seguramente no sabían en qué pasos andaban. También descalificó a la JEP declarando -contra toda evidencia- que había sido una imposición de las Farc en La Habana. Rodrigo Uprimny le respondió con firmeza y serenidad y, además, con la impecable lógica que lo caracteriza. Uribe Vélez y su abogado -quien también hizo unas declaraciones salidas de tono- no presentaron ningún argumento. Apelaron al mediocre y rastrero recurso de ataque personal infundado.
El expresidente Uribe Vélez ha sido siempre mejor con las falacias efectistas que con los argumentos. Como posa de ser un hombre práctico, promovió, con su asesor José Obdulio, aquella monstruosidad llamada “Estado de opinión”. Siendo un hombre práctico aquella idea del “Estado de Derecho” le debe parecer demasiado abstracta. Lo cierto es que no es normal que, en un Estado de Derecho, un expresidente de la república califique a cualquiera que le hace una crítica válida como terrorista o responsable del terrorismo. Los expresidentes deberían hacer gala de cierta grandeza y de mucha ponderación. Para el doctor Rodrigo Uprimny toda mi solidaridad. Uribe Vélez debe rectificar muy pronto.