En una librería de libros usados, de segunda que llaman, encontré un ejemplar de la cartilla de las primeras letras hace años titulado: "La alegría de leer". Momentos de agradable recuerdo y métodos para aprender a leer aprendiendo trozos de historia; uno quedaba con afecto a la actividad de leer.

Irene Vallejo en esa sublime obra: "El infinito en un junco", (la invención de los libros en el mundo antiguo) nos lleva a la emoción de los resultados de saber leer, de gustar de aquellas letras que como notas en un pentagrama regalan belleza a las ideas, sabiduría a la expresión, sorbos de frescura en la medida en que vamos aprendiendo nuevas escalinatas de la expresión escrita, eco de lo gestado en el cerebro, en el entusiasmo de vivir, en el deseo de entregar horizontes de hermosura a la existencia.

Me parece real lo que anota un escritor: "Si quieres mantener despierta la vida de tus hijos y alumnos léeles cuentos al ir a dormir, pues las letras despiertan la mente que danzan en los libros y escritos regalando nuevos sueños, deseos, recuerdos, ideales, caminos abiertos al futuro”.

Años después un escritor del Opus Dei publicó una obra con el título "La alegría de creer" enfatizando en que lo leído debe hacerse vida, esperanza, senderos nuevos, caminos de ascenso, fuerza para continuar sin desmayar, confianza en la vida. Los ideales, objetivos, metas, proyectos, aceptación de la verdad forman parte de la llamada "utopía", palabra que en aspecto de fe es creer en la realidad del Misterio, de lo profundo del vivir, de la grandeza de participar del espectáculo maravilloso de vivir, de estar en el mundo.

Ernesto Sabato, mago de la palabra y del pensamiento, termina su obra "Antes del fin" anotando lo que me parece un buen resumen de lo visto: "Solo quienes sean capaces de encarnar la utopía serán aptos para el combate decisivo, el de recuperar cuanto de humanidad hayamos perdido".

El tiempo de Navidad es propicio para tener la alegría de leer y creer. Juntos en el pesebre leer la novena, la Palabra divina, los mensajes familiares se hacen fe, creer en las respuestas; los cantos de los líricos, alegres y sencillos villancicos. Leer lo referente a la Navidad, al sentido de la Encarnación del Hijo de Dios, de la presencia del Emmanuel, de la luz que llega de lo alto. Es hacer del leer un creer, aceptar la festiva belleza del mensaje más grande, inmenso y que convida a celebrar y amar a Dios, al prójimo, a la creación, a la vida.