El navegante, el caminante, el vigilante, el enfermo, el viajero..., todos se alegran con las primeras luces de la aurora. Un nuevo día, un panorama que se abre reluciente de esperanzas, un mirarnos de nuevo. Con la aurora de la Pascua de Resurrección el cristianismo regala al mundo y a la historia otra aurora: la Navidad, el nacimiento de Jesús de Nazareth, el Emmanuel y Mesías por quien brillan luces que muestran nuevos caminos, superiores oportunidades, ritmos para dar paz y progreso a todos.
Alguien afirmó que la más gigante declaración de amor la recibió desde una cuna de Belén, y es verdad, porque la Encarnación no es otra cosa que la declaración que Dios hace de su deseo de estar en nuestro camino. Quiere iluminar nuestros hogares y por eso se hizo uno: el de Nazareth; quiso vivir el amor y por eso comenzó a vivirlo en una familia de Nazareth.
Desde el vientre de una madre, María, quiso mostrar que la riqueza no es condición indispensable para la felicidad y por eso nació y vivió pobre. Quiso enseñarnos a trabajar y por eso se hizo caminante, colaborador en el hogar. Es luz, verdad y vida; es fiesta, alegría y amor.
Esta fiesta de Navidad es para ver quién viene (Jesús de Nazareth), de dónde viene (del Padre del Cielo) y a dónde viene (a la humanidad, a la historia, a cada uno de nosotros). En Jesucristo encontramos la manera de vivir como al Padre le agrada, desde la niñez hasta la madurez vital y la muerte.
Vino como Maestro de vida, señala el camino seguro y sólido para el más correcto y feliz desarrollo de la existencia, es celebrante de la vida señalando como belleza todo lo creado, desde una pequeña semilla hasta el más lejano y luminoso astro del grandioso cosmos. Alabó la hermosura de las plantas, la destreza del animal, el poder de un niño, el brillo de un hombre y de una mujer.
Que nos nazca dentro el Salvador, que le aceptemos; esto es Navidad. Como en un nido reposa un raudal de cantos de los pajarillos que están creciendo, así en la cuna de Belén reposa entre pañales la Palabra eterna, el Pan vivo bajado del Cielo, la Paz verdadera para la felicidad humana.
Un abrazo nos una en el deseo de feliz Navidad. Se ha abierto la puerta del Jubileo 2025.