¿Es el ser humano violento por esencia o pierde el equilibrio y la razón por las circunstancias? Desde cuando David mata al gigante Goliat con una piedra lanzada con precisión, hasta hoy cuando los drones entraron a la guerra y al espionaje, parecen confirmarlo.

El fuego empezó a dar luz y calor, pero pronto fue usado para destruir. El tractor y el avión pasaron de estar al pacífico servicio de la humanidad a ser instrumentos de guerra como el tanque fatídico y el lanza bombas letal.

Las armas asomaron sus fauces feroces y se convirtieron en asesinas luctuosas: El año de 1816 desgranó cantidad de muertes en Colombia, la mayoría por fusilamientos.

El 24 de febrero fueron fusilados en Cartagena 11 próceres; el 5 de junio Morillo hizo fusilar a Antonio Villavicencio; el 19 de junio, José María Carbonel; el 6 de julio Jorge Tadeo Lozano y Gregorio Gutiérrez.

El 8 de agosto del mismo año 1816 fue fusilado Custodio García Rovira y el 31 Joaquín Camacho. El 3 de septiembre Liborio Mejía, el 5 de octubre fueron fusilados Camilo Torres y Manuel Rodríguez Torices. Un día como hoy, el 29 de octubre de ese mismo fatal año fue fusilado Francisco José de Caldas y el 30, una dama, la señora Carmen Serrano.

Si seguimos recordando asesinatos sucedidos en los años posteriores hasta hoy quedamos golpeados con la cantidad de muertes de uno y otro bando, la mayoría de personas de valor patrio que habrían podido dar giros positivos a la marcha política, social y económica de la Nación.

No hemos aprendido que "aquel que siembra vientos cosecha tempestades" como dice la Biblia, que la ira enceguece la mente y tapona el equilibrio; que la paz no la da el silencio de las armas sino el acercamiento sincero, el diálogo entre diversos conceptos buscando unidad, el reconocimiento del bien que hay en muchas actitudes y personas, la importancia de saber trabajar como hermanos y no como si fuéramos enemigos, competidores, con envidias y críticas mordaces.

Hemos convertido campos y ciudades en territorios de terror, inseguridad, miedo, odios sin perdón. No queremos construir comunidades de vida, sino comodidades en egoísmos y ceguera hacia el necesitado.

Debemos incorporar de nuevo a nuestro vocabulario palabras y realidades como fraternidad, perdón, Dios. Los drones regalarían paz.