Foto I Cortesía para LA PATRIA  Felipe Olaya Arias, consultor en Gestión estratégica e Innovación Pública y columnista del diario LA PATRIA.

Foto I Cortesía para LA PATRIA

Felipe Olaya Arias, consultor en Gestión estratégica e Innovación Pública y columnista del diario LA PATRIA.

Autor

Por: Felipe Olaya Arias

@olayafelipe

 

Durante años nos preguntamos cómo acercar la tecnología a los estudiantes. Hoy, el reto más urgente está en el otro lado del aula: formar a nuestros docentes para que no solo usen herramientas digitales, sino que produzcan contenido educativo innovador, pertinente y transformador.

En Colombia, la formación docente en competencias digitales ha dado pasos importantes. Iniciativas como Computadores para Educar han capacitado a más de 8.000 maestros, el programa Ruta STEM del Ministerio de Educación ha formado a más de 41.000, y Coding for Kids ha preparado a 19.000 docentes en programación básica. Estas cifras no son menores. Reflejan una apuesta seria por una transformación estructural en la educación, especialmente en las regiones más vulnerables.

Pero formar en tecnología no es solo enseñar a usar una aplicación. Es ayudar a los maestros a diseñar secuencias didácticas con enfoque activo, a curar contenidos digitales con sentido crítico, a crear podcasts, videos, blogs o recursos interactivos que realmente conecten con sus estudiantes. Es permitir que el maestro se convierta en productor, no solo en transmisor.

Desde iniciativas universitarias como las rutas de competencias digitales de la Javeriana o los laboratorios EdukLAB en alianza con CPE, hasta programas disruptivos como Docentes con liderazgo digital - Aprende en TikTok, hemos visto cómo el ecosistema educativo puede ser creativo y eficaz cuando se enfoca en lo pedagógico, no solo en lo técnico.

¿El resultado? Profesores que hacen de la tecnología una aliada, no un obstáculo. Profesores que reinventan sus clases con gamificación, pensamiento computacional, aulas invertidas, y herramientas como Canva, Genially, Kahoot o inteligencia artificial. Profesores que inspiran desde la innovación.

Pero aún hay brechas. Muchos docentes rurales no acceden a formación continua. Otros requieren acompañamiento más cercano. Y no todos los programas priorizan la producción de contenido como una competencia central.

La solución no está solo en multiplicar cursos, sino en diseñar rutas integrales, prácticas y escalables. Rutas que reconozcan los contextos diversos del país, que acompañen al maestro desde el aula, y que fortalezcan su rol como creador de experiencias de aprendizaje.

Formar a los formadores digitales es, en el fondo, una apuesta por la autonomía, la calidad y la equidad educativa. Porque cuando un maestro crea, también enseña a sus estudiantes a crear. Y ese, quizás, es el mayor aprendizaje que podemos ofrecer.

 

 

 

 

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