Empleados de planta: una nueva élite
Señor director:
Salvo que se carezca del sentido de la solidaridad, duele contemplar la prematura muerte de tantos emprendimientos que en su afán de supervivencia se ingenian los compatriotas que no gozan del privilegio en que se ha convertido tener un empleo fijo. Todos hemos observado en nuestro cotidiano recorrido por las calles de cualquier sector de la ciudad cómo algún local está siendo acondicionado para abrir allí una cafetería, boutique, peluquería, restaurante, consultorio, venta de arepas o cualquier otro emprendimiento. Lo vemos en funcionamiento y atendido por sus entusiastas propietarios y empleados; pero muy poco tiempo después, tristemente, somos sorprendidos y moralmente golpeados por el hecho de que ahora en las puertas del mismo local aparecen carteles en los que se lee: “Se arrienda”. Esos son sólo casos visibles, pero seguramente hay un número todavía mayor de emprendimientos que nacen y mueren en una especie de anonimato.
Detrás de estos fracasos suele haber frustración e incluso la quiebra económica y moral de un hombre, una mujer, una pareja, una familia o unos socios que soñaban obtener un ingreso; un oneroso préstamo bancario o de otros usureros; las ilusiones truncas de aquellos que de una u otra forma esperaban beneficiarse por largo tiempo de un empleo directo o indirecto; los compromisos adquiridos y ahora pendientes con proveedores; los gastos realizados en las entidades que otorgan los permisos de funcionamiento, y quién sabe cuántos otros problemas más. Aparte de las víctimas de estos encomiables, pero fallidos intentos, ¿a quién le duele sinceramente su suerte y hace algo por ellas?
Todavía quedan empleados, especialmente oficiales, que creen que el Estado se alimenta económicamente de sí mismo; que los fondos estatales se obtienen del dinero que a su antojo quiera emitir el Banco de la República; que desconocen o se niegan a reconocer que todas las prebendas de las que gozamos los empleados de planta, públicos y privados, son posibles gracias a las iniciativas y los riesgos que corren los grandes, medianos y pequeños emprendedores o empresarios. Generalmente, estos empleados se autoperciben y se presentan ante la sociedad como una masa sacrificada y explotada, ignorando que sus comodidades (así no sean las deseadas) sólo son posibles gracias el esfuerzo de esos arriesgados emprendedores que con sus impuestos alimentan las arcas de las que se extraen los salarios y demás prestaciones.
Cuando se está en cargos de planta, y más aún cuando se es empleado estatal de toda la vida (como en el caso de la ministra de Trabajo y de los expertos que la acompañan), se es propenso a desarrollar una mentalidad ajena a las incertidumbres de los emprendimientos particulares, en los que unos días se gana y otros se pierde. Eso explica por qué con tanta facilidad imponen a los emprendedores obligaciones muy justas en la teoría, pero impracticables en la realidad. En su brega diaria, un emprendedor tiene que hacer todo para subsistir: turnarse con sus ayudantes para aprovechar las 24 horas de todos los días de la semana sin importarle si son festivos; alimentarse mientras realiza su trabajo; hacer lo imposible para recaudar los aportes para salud y pensión, etc.
Las organizaciones sindicales, cuya función social no desconocemos, se concentran de modo egoísta y discriminatorio en la mejora de las condiciones de vida de quienes gozan del privilegio de tener un empleo estable, y lo hacen desentendiéndose o incluso denigrando y atacando abiertamente a los verdaderos contribuyentes (los emprendedores o empresarios). No es insensatez que al Ministerio del Trabajo le convendría más el nombre de Ministerio de los Empleados, pues como en mayo del año anterior lo expresaran algunos de sus expertos y lo ratificara la ministra, la misión de esta cartera no es crear empleo, sino mejorar las “precarias” condiciones de los empleados.
Jorge O. López V.
El estado de madurez o adultez
Señor director:
En muchas culturas, desde tiempos inmemoriales, siempre se usa el apelativo de viejo a las personas que van o vamos llegando a una edad avanzada. Por fortuna ni el reloj ni el calendario tienen diferenciación con nadie; corre para todos, no se detiene. Es un término peyorativo decir viejo o anciano, lo cual a nadie le gusta escucharlo y causa indisposición.
Es paradójico que cuando somos niños orgullosamente damos la edad y queremos ser grandes, pero con el paso del tiempo anhelamos volver a ser niños y a nadie le gusta decir cuántos años tiene y muchas veces nos quitamos la edad, satisfaciendo el ego y dando la impresión frente a los demás de que somos invencibles, cuando interiormente nos estamos engañando.
No debemos preocuparnos por el paso de los años, es algo imperativo; es procurar vivir de la mejor manera posible e irnos preparando para el día que ya nuestras luces se apaguen y el cuerpo por su misma naturaleza, concepción y estructura culmine su tránsito. Sufrir y tratar de oponerse a la realidad nos causa mayor angustia existencial, dejando de vivir por colocarnos las ataduras que nos flagelan.
Cada quien que se marcha a la eternidad en nada los afecta o los molesta, no lloran ni ríen, el tiempo sigue su rumbo como si nada fuera, los que pasamos somos nosotros cual golondrina que gime por la lluvia, para luego también morir en ella.
Alvaro Alzate Ussma.
La prudencia
Señor director:
El doctor Jorge Raad Aljure se expresó sumamente bien en la columna del 26 de marzo. Habló del catecismo y de la catequesis y analizó aspectos importantes de la prudencia.
El filósofo francés Jacques Maritain, auditor laico en el Concilio Vaticano II, definió o describió la prudencia en estos términos, palabras más, palabras menos: “Reina de las virtudes morales, noble y hecha para mandar porque dirige nuestros actos a un fin último que es Dios, soberanamente amado”.
Atentamente,
Observador católico
Alerta con algunas inmobiliarias de Manizales
Señor director:
Es una triste historia la de un funcionario que por motivos de trabajo debía trasladarse a otra ciudad. El funcionario en mención se encontraba como inquilino en un apartamento alquilado por una inmobiliaria de la ciudad, su contrato vencía el 30 de marzo del año en curso y desde el primer día de este mes se le informó por escrito a la inmobiliaria que debía salir de la ciudad el día 20 de marzo a pesar de haber cancelado el canon de arrendamiento correspondiente por todo el mes.
La inmobiliaria le responde que el comunicado se debió haber hecho con tres meses de antelación, antes del vencimiento del contrato. Teniendo en cuenta que el desplazamiento para otra ciudad fue inesperado y fortuito, se acude a la inmobiliaria con el ánimo de conciliar. La respuesta fue que debe cancelar una multa de tres meses de arriendo y como no se tiene todo el dinero completo en el momento, debido a la premura del tiempo para el desplazamiento a la nueva ciudad para el nuevo cargo, se le hace un ofrecimiento. La inmobiliaria no acepta y advierte que de no pagarlos inmediatamente, no se le permitirá sacar sus pertenencias del apartamento.
Esta actitud tan radical afecta de manera muy severa el estado anímico y emocional del cliente y por supuesto de su familia.
A manera de reflexión: sería muy conveniente que las inmobiliarias revisaran algunas normas tan injustas y radicales, con las que se anula el diálogo y la concertación, afectando la tranquilidad y la toma de decisiones oportunas para mejorar la calidad de vida de sus clientes que se han destacado en responsabilidad y cumplimiento en el pago del arrendamiento. Es imposible dar un aviso con antelación a tres meses cuando se ha presentado la oportunidad de un cambio para ir a laborar o vivir a otro lugar, son casos inesperados que el destino nos presenta.
Como suplica el Chapulín Colorado: ¿… y ahora... ¿quién podrá defenderme?
Y como dice la canción: “Ni Gucci ni Prada”.
Suscriptora
Por favor, dejar a los taurófilos en paz
Señor director:
Considero que todos los caldenses que están en el Congreso de Colombia deberían por simple cariño a la Patria chica, no dejar que se extingan en el país las corridas de toros, porque ello llevaría al fracaso a la Feria de Manizales, que a nivel nacional e internacional perdería todo su atractivo con el fanático actuar. Los toros no tienen reemplazo, además que son la columna vertebral del festejo. A los que no les guste el Arte de Cúchares bien pueden irse a jugar tejo o billar. Déjenle la vida tranquila y en paz a los taurófilos.
Indicado el momento para escribir que tampoco deben ser tan dictatoriales al querer acabar también con las riñas de gallos, las corralejas y otras expresiones parecidas, muy ligadas al alma en variados segmentos de la población. Lo interesante sí sería que los detractores de tales gustos se preocuparan más por la alta criminalidad que se vive en el país y entregaran soluciones. Ni los gallos, ni los toros, ni las corralejas provocan grados de inseguridad en las familias, además de que están inmersas dentro de la economía naranja.
Rogelio Vallejo Obando
Observaciones al Hospital Infantil
Señor director:
En reciente visita al Hospital Infantil para utilizar servicios de radiología he observado, en calidad de arquitecto, algunos aspectos que de acuerdo a normas para entidades públicas causan preocupación. El Hospital Infantil, tan querido por todos los manizaleños y la región, tiene un solo acceso de aproximadamente de 2.50 de ancho que dada su función está diariamente utilizado por todos sus usuarios que no son pocos.
Dicho acceso tiene una puerta de vidrio templado a 2 naves y solo permanece una de ellas abierta y la otra cerrada. El área de la nave cerrada y un mueble mostrador colocado pegado a la nave de la puerta reducen el acceso a la mitad del espacio de 2.50. Allí se aglomeran quienes requieren información, están en tratamiento o buscan servicios de toda índole. Los edificios públicos deben estar con el acceso libre de todo obstáculo, más los nuestros, tan propensos a calamidades con temblores, terremotos, explosiones o inundaciones que producen estampidas multitudinarias hacia la calle.
Un edificio de este tamaño, con tal cantidad de usuarios, con un acceso bloqueado al 50% de su área, por un mostrador pegado a la puerta, es la suma del absurdo para momentos críticos. Resalta más esta situación anómala en cuanto a que está vinculada la Cruz Roja, que maneja todo lo que es prevención y atención de desastres y situaciones extremas, y tienen el peligro en la puerta.
Las normas para evacuación de edificios públicos determinan que la circulación debe estar completamente despejada de obstáculos y abrir hacia afuera para casos de emergencias, de las cuales no estamos exentos en este medio. Todo lo aquí descrito fue expresado en un buzón de quejas, sugerencias y reclamos sin que se tuvieran en cuenta. Puede más la arrogancia que la lógica.
Los hospitales, también por norma, deben estar alejados a prudente distancia de las vías arterias como lo es la avenida Santander. En este caso el retiro, en lugar de ser una amable plazoleta de acceso y circulación para tan alto número de usuarios, está destinado a parqueaderos que dificulta en grado sumo la función de acceso cómodo y normal al hospital. Los usuarios permanecen entre vehículo y vehículo sentados en el andén, produciendo una imagen absurda a los ojos de transeúntes y vehículos que cruzan por la avenida. Un mínimo de comodidad para los que deben esperar forzosamente, porque no los dejan ingresar, es necesario para remediar tamaño espectáculo. Conozco muchos establecimientos de esta índole y todos tienen un mínimo de comodidad para quienes necesariamente tienen que acudir allí.
Arq. Benjamín Patiño Toro
Responde el Hospital Infantil
Señor director:
Hemos recibido copia de la carta enviada por el arquitecto Benjamín Patiño Toro, quien fue atendido en su momento por nuestra funcionaria de Calidad, quien tomó nota de su manifestación, la cual motivó una acción de mejora en nuestra institución. Es así como estamos rediseñando un espacio para reubicar el escritorio que obstaculiza el adecuado funcionamiento de la salida, que esperamos quede libre en un breve tiempo.
Seguiremos trabajando en brindarles los mejores servicios y comodidades a todos nuestros usuarios y agradecemos al arquitecto sus recomendaciones y manifestaciones de afecto para nuestro Hospital.
Juan Carlos Gómez Muñoz,
gerente del Hospital Infantil.
Equivocarse es de humanos
Señor director:
Los seres humanos, en nuestra lucha por la supervivencia, hemos dedicado nuestros esfuerzos a satisfacer nuestras necesidades básicas, fundamentalmente el hambre. Dotados de razonamiento, podemos pensar, amar, soñar, imaginar, crear, curiosear y retornar al pasado. En este sentido, la memoria juega un papel crucial para rescatar nuestra historia, apuntalarnos en el ahora y construir el futuro. Los errores, los problemas emocionales, los bloqueos, los temores, las dudas y los miedos quedan al descubierto cuando accedemos a ese paquete de recuerdos.
Daniel Pink, un reconocido pensador contemporáneo, ha estudiado por más de dos décadas el comportamiento humano. En su libro Las bondades del arrepentimiento, estudia una emoción común, desagradable e incomprendida. Esta sensación negativa surge cuando reflexionamos sobre todas las acciones pasadas y deseamos haber actuado de modo distinto. El remordimiento, o pesar interno, nos aqueja después de realizar una mala acción. Por ejemplo: “No escuché con atención los consejos de mis padres. No hice ejercicio, mi dieta no fue balanceada y ahora estoy en muy mal estado de salud. No invité a la pareja de mis sueños. No estudié lo que deseaba. No cristalicé un negocio. No me hice escuchar sobre un tema de importancia. No permití restablecer una relación con la persona que amaba. Gasté demasiado dinero y ahorré muy poco. Acosé a un compañero en el colegio. Le fui infiel a mi esposa”.
Pink destaca que, para sacar provecho del arrepentimiento, debemos aceptarlo, enfrentarlo, socializarlo y aprender de él, reconociendo que es una experiencia compartida por todos, independientemente de nuestra procedencia o condición. Cuando nos equivocamos, nuestro diálogo interno a menudo es duro y cruel, y la evidencia indica que debemos tratarnos con amabilidad en lugar de desprecio. Al analizar nuestros errores y las emociones que generan, podemos transformar el arrepentimiento en una fuerza positiva. Este proceso terapéutico nos permite liberarnos de patrones tóxicos arraigados en el pasado, impulsándonos hacia una vida más plena y consciente. Nos ayuda a tomar mejores decisiones, fortalecer nuestras relaciones interpersonales, abrir caminos para avanzar y vivir mejor, cultivar y proteger amistades, optimizar nuestra relación de pareja, negociar y ser más exitosos en el trabajo y la academia, y alcanzar el éxito en diferentes ámbitos de nuestras vidas.
Un ejemplo notorio de este proceso es el caso de Salvatore Mancuso, un bandido que azotó gran parte de la geografía nacional cuando comandó las Autodefensas Unidas de Colombia. Además de narcotraficante, se lo acusa de haber cometido innumerables crímenes, magnicidios y masacres, que hicieron posible la existencia de fosas comunes donde se encontraron cuerpos de niños y niñas. Él se sometió a la Ley de Justicia y Paz y se entregó a las autoridades el 16 de agosto de 2006, para luego ser extraditado a los Estados Unidos. Ahora está de regreso a Colombia, como gestor de paz, y esperamos que colabore con la justicia para esclarecer todos sus crímenes de lesa humanidad. Aunque sus acciones pasadas hayan causado un profundo sufrimiento, su disposición a enfrentar las consecuencias y buscar el perdón es un testimonio del potencial transformador del arrepentimiento.
En conclusión, equivocarse es una parte inevitable de la experiencia humana, pero el arrepentimiento y la aceptación de nuestros errores nos permiten crecer y avanzar hacia una vida más plena y consciente. Aunque no se justifican las atrocidades cometidas por este criminal que causó daños irreparables, pues estamos del lado de las víctimas, los dolientes y los desplazados, sí es un claro ejemplo del poder del remordimiento, el arrepentimiento y el perdón.
Orlando Salgado Ramírez
Reminiscencias educativas
Señor director:
Inexorablemente todo cambia por la dinámica interna de fuerzas intrínsecas o por factores externos. De una u otra manera todo lo que existe está sujeto a cambios, a transformaciones o a desaparecer como ley natural. Afortunadamente, la ley de la mutación existe y es la responsable del desarrollo que de forma inevitable se da como consecuencia del progreso, como tarea indeclinable para la cual fuimos creados y como peregrinos por la tierra, responsables de ser cada día mejores.
Por suerte, tenemos el sagrado derecho de disentir y ver los hechos con nuestras propias gafas sin que las discrepancias rompan la armonía objetiva de hablar o pensar, según algunos ex cathedra, pontificando sobre temas que son de libre examen sin que se violenten las leyes elementales de la subjetividad. Todos los seres humanos tenemos un gran laboratorio intelectual que nos permite reconocer que todo tiene su época y que todos los humanos, para bien o para mal, tenemos nuestras propias verdades, algunas irracionales y otras simplemente de obtener un espacio basados en el erróneo concepto de no perder aunque no les asista la razón.
Cada época tiene sus encantos, sus luces y sombras que quedan muy bien guardados en el estuche de los recuerdos. Si se compara la educación de ayer con la de hoy difícilmente se encuentran afinidades. Entre una y otra hay profundos abismos que señalan enfoques, metodologías, prácticas pedagógicas, por no hablar de epistemologías muy contrapuestas que difícilmente resultarían reconciliables o compatibles. La memoria prevalecía sobre la racionalidad, el aprendizaje era individual y egoísta, los aportes de los estudiantes eran mínimos, los contenidos ocupaban la preocupación del maestro: “Hay que terminar el programa”, la evaluación era rigurosa y estricta, predominaba el empirismo, la disciplina y el miedo, que se traducían en “respeto sacro” por el maestro, quien era el dueño y amo absoluto del aula de clase y de la verdad”.
Magister Dixit o Ipse Dixit (lo ha dicho el maestro), significando que en el aula solamente el maestro tenía la palabra y era dueño del discurso que se convertía en un monólogo por el expectante silencio que los alumnos en su oscura ignorancia deberían recibir la luz de su mentor; sin refutaciones, ni contradicciones. El maestro (no todos) encarnaba la autoridad que estaba investida de cierta divinidad y el “respeto” lo imponía con autoritarismo, autocracia, maltratos verbales con expresiones que humillaban y denigraban la autoestima cuando el ínclito maestro en medio de su ironía e irascibilidad hacía uso de su prepotencia y a veces de ingeniosidad.
Hubo maestros, así llamaban a los de la básica primaria, y profesores a los de secundaria, que fueron los campeones de la memoria y recitaban sin gaguear los ciento y no sé cuántos huesos del cuerpo humano, los músculos, los elementos de la tabla periódica o de Mendeleiev y eran el terror tomando la lección oral; fijando más su atención en las equivocaciones para verificar que su discípulo sí sabía repetir de corrido, y si esto no ocurría la complacencia era mucha para colocar la mínima calificación de uno o cero.
No había aprendizaje, ni socialización, ni discernimiento intelectual, ni aportes, ni intercambio activo de conocimientos, sólo el maestro tenía la palabra. Algunos fueron tan matones que llegaron a ser famosos y su anecdotario tristemente célebre. Me quedo con la escuela de hoy, aunque tenga más nubes grises que esplendidez intelectual.
Elceario de J. Arias Aristizábal
Se ve y se siente
Señor director:
Colocadle el nombre que queráis porque se ve y se siente a quien todo lo ha creado, pues el universo no podía surgir solo en toda su majestuosidad sin que un ser superior y omnipotente interviniera. Nos basta solo con mirar nuestro cuerpo y contemplar cada órgano y cada sentido para nutrirnos de amor, fe y elevar el donaire. Sabemos cuántas veces palpita nuestro corazón desde que nacemos hasta que morimos y cuántas veces respiramos. El poder abrir los ojos cada día para contemplar el mundo, los seres amados, los amigos, y nuestros semejantes en su entorno. Disfrutar la abeja haciendo su panal para allí posarse y generar su miel del néctar que produce las flores para alimentarnos. Disfrutar los frutos que produce en variedad y abundancia la madre tierra, que no se cansa de darnos su pábulo. Quién se siente capaz de crear una estrella o un lucero, ver el sol dándonos calor y generando vida. La luna cumpliendo su misión acompañándonos en su silencio y velando por nosotros allá en la lejanía.
Nos detenemos a pensar quién sería capaz de crear una partícula de agua con sus componentes. Quién es capaz de crear un ser humano o cualquier ser viviente para que pueda habitar la tierra, los mares y los aires. Quién cree que fabricó el oro, el diamante, como los demás elementos imprescindibles para nuestra supervivencia y goce de ellos. Los millares de plantas para beneficio de nosotros en el planeta tierra, los animales de diferente especie también para apoyar y acompañar al ser humano, colmándolo de cariño.
Se ve y se siente en el ambiente, en las aves y pájaros de múltiples colores y especies, se ve y se siente con deleite en la presencia inocente de los niños que juegan y sonríen. En los padres que aman y luchan por sus hijos, en el mendigo y el anciano que aunque camine lento muy consciente de su ocaso, pero ansioso por vivir. Se ve y se siente en el ciego, en el sordo y en el mudo, cuando se aferran a la vida y jamás reniegan de ella. Se ve y se siente en las flores como en su delicioso aroma, en los manantiales cristalinos que corren silenciosos en las noches y los bellos amaneceres. Se ve y se siente en el abrazo de un amigo, en el dulce beso a quien se ama. Se ve y se siente al germinar el trigo que se desgrana para convertirlo en pan. Se ve y se siente cuando cae la lluvia para irrigar la tierra.
Se ve y se siente en el copo de algodón que culmina su camino en fino abrigo que cubre con delicada emoción. Se ve y se siente en el capullo que con orgullo pasa por su crisálida generando la linda seda que nos adorna la piel alejados de la hiel con frenética bondad. Se ve y se siente en el que sueña y eleva su espíritu al infinito esperando en cada despertar extasiarse con sus triunfos.
Álvaro Alzate Ussma
Los “señores” del espacio público
Señor director:
Hace algunos años escribí un artículo sobre los famosos controladores del espacio público. ¿Quién los nombra, qué condiciones académicas registran, qué funciones cumplen? Nunca respondieron y las preguntas tienen plena vigencia ahora. Afirmo que no tienen autoridad para pedir papeles, “correr” a los vendedores ambulantes, decomisar mercancías o prohibir su permanencia en ciertos lugares pues no son policías con placa, identificables en caso de desafueros o abusos. Es decir, en sus funciones reemplazan a la autoridad legítima como son los uniformados.
Dicho de otra manera, lo que usted llamó galerización de la 23, se le debe a la Policía en connivencia con el alcalde anterior. O con los concejales: en alguna campaña supimos de un concejal que era dueño de 13 esquinas que alquilaba o vendía con la garantía de no ser molestados por las autoridades. Hoy son más de veinte lugares.
Lo peor de todo es que los señores del espacio público, vaya paradoja, se reúnen por grupos numerosos a invadir el espacio público. Y se les ve en pareja chateando, sin nada qué hacer, como vagos bien pagos. ¿Cómo los escogieron? Respuesta: fueron los “auxiliares” que en la campaña de Rojas Giraldo repartieron volantes, cargaron pendones, empapelaron la ciudad y recorrieron las avenidas con la propaganda del candidato; es decir, con todo el asombro de que somos capaces, nosotros, los contribuyentes, los que pagamos impuestos, pagamos la campaña del hoy flamante alcalde de la ciudad.
Y como los vendedores ambulantes no son tontos, acatan a los señores del espacio público por un momento. Cuando desaparecen de su vista vuelven a su lugar de trabajo. Una prueba de su inutilidad es la proliferación de ventas, ese supermercado imponderable a lo largo de toda la carrera 23 especialmente desde la Catedral Basílica hasta el Parque de los Fundadores. Una pregunta final: ¿por qué permiten el camioncito de placas de Duitama, parqueado permanentemente en la esquina de la carrera 23 con calle 32? ¿Qué poderoso político lo protege? No solo está estacionado en lugar prohibido, es un vendedor ambulante especializado en coco, sino que estorba hasta el tráfico que sube por esa calle en donde impide la visión plena de motos y automotores que suben de la carrera 24, entre otros, las decenas de agentes que vienen de su cuartel general.
Adalberto Agudelo Duque
He sido asaltado en mi buena fe
Señor director:
El motivo de esta comunicación es alertar a los ciudadanos del engaño, yo diría estafa, que están llevando a cabo los recaudadores del peaje de Autopistas del Café, GoPass. Cuando implementaron el sistema de pago electrónico hicieron promoción de que era un servicio gratuito, válido en todo el país. Animado por esta comodidad de pasar los peajes sin filas ni demoras, me afilie al sistema en el programa básico pago de peajes únicamente.
Me ofrecieron el programa prémium, con el que podía pagar parqueaderos, restaurantes y otros gastos, opción que rechacé por ser un mal consumidor de cosas superfluas, recalcando que el servicio era totalmente gratuito. Solo había que pagar el importe del dispositivo electrónico para instalar en el vidrio delantero del automóvil. Transcurrido un mes de la afiliación me apareció en la cuenta bancaria un cargo automático a favor de GoPass. Puse una nota pidiendo aclaración de este cargo económico no pactado y no recibí respuesta.
En febrero me apareció otro cargo automático en mi cuenta, lo que se repitió en marzo. Ante el reiterado abuso sin explicación, al fin logré comunicación directa con alguien de GoPass, quien me explicó que mi programa era prémium porque en el momento de la afiliación había inscrito una cuenta bancaria para efectuar los cobros, pues en el programa básico no podían hacer cargo a cuentas bancarias. La petición de mi parte fue que se me bajara de estatus a básico, entonces me dijo que en el sistema básico cualquier gasto de peaje es recargado con un cargo extra de $2.500.
Creo que se constituye una estafa por publicidad engañosa y condiciones económicas ocultas. ¿Quién controla a estos “caballeros de industria” que se lucran dolosamente de la ingenuidad de los ciudadanos?
Un suscriptor.
En Siria, en Turquia... ¿y en Colombia?
Señor director:
Vi una memoria de los rescates que hubo en Turquía y Siria, a raíz del terremoto que los agredió en febrero de 2023. Se constata de nuevo que salvar una vida humana produce una gran y general alegría en rescatistas y observadores. Y surgen en forma espontánea los aplausos, los abrazos, el entusiasmo. Se rescataron recién nacidos, niños y niñas de diferentes edades y en general otros seres humanos que agradecieron el poder seguir viviendo en estas coordenadas del tiempo y del espacio.
Reafirmo que el valor más absoluto que existe en esta inmanencia es el ser humano y su dignidad; y sus derechos que le permiten mantenerla y poder realizar algún proyecto que sea beneficioso para la humanización y el buen vivir de todos y cada uno de los seres humanos. No hay otro valor superior al ser humano y su dignidad. Esta se mantiene en medio de las vulnerabilidades humanas: discapacidades, limitaciones, errores.
Se debe afirmar que las acciones más éticas son las que buscan el respeto a esa dignidad humana: solidaridad, misericordia, respeto, amor, compartir, ayuda mutua. Por eso es triste constatar que muchos dan más importancia al dinero, poder, ideologías, partidos políticos, religiones, equipos de fútbol que a los seres humanos. ¡Cómo fue posible, qué ignorancia, qué estupidez!, que los colombianos hayamos irrespetado el derecho a la vida por defender el Partido Conservador o el Partido Liberal. Qué estupidez. Que ahora trata de repetirse por la izquierda y la derecha, el Centro Democrático, el Partido de la U, Polo Democrático, Colombia Humana, etc.,
Quitamos vidas humanas porque queremos acumular dinero, negocios rentables, narcotráfico, poder. Qué ignorancia, qué estupidez. Nada vale más que lo que vale cualquier ser humano, esté en las condiciones que esté. Se insulta, pero las mujeres que ejercen la prostitución por necesidad, por condición social, por lo que sea, merecen nuestro respeto integral y ojalá hiciéramos alguna obra para rescatarles de ese modo de vivir. Colombia requiere de una reeducación a través de la cual sembremos los criterios que siempre pongan la dignidad humana por encima de cualquier consideración.
Vuelvo a afirmarlo: la humanidad es la original y auténtica religión: mandamiento del amor, somos hermanos; culto: promoción humana como exigencia universal. ¿Hay terremoto en Colombia? Sí. Y es más grave que el de Turquía y Siria, porque en vez de rescatar se entierran seres humanos a diario. Es un terremoto cuyo epicentro es la ignorancia y estupidez de muchos colombianos que valoran más los bienes materiales que se quedarán fuera de nuestro ataúd; y en nuestro espíritu llevaremos lo poco humanos que fuimos. La ignorancia y la estupidez se han personalizado en Colombia.
Alirio de los Ríos Flórez.