Veeduría vs. personerías
Señor director:
Es curioso, por no decir sospechoso, que una entidad con función social como son las personerías se atraviesen en la voluntad pública para evitar que los ciudadanos se organicen por medio de una veeduría ciudadana. Hace rato los maestros y pensionados están buscando ante la Personería de Manizales su reconocimiento, haciendo esta un camino tortuoso para obtenerla, a cambio de legalizarla. Cada vez impone nuevos obstáculos, y lo peor, a cuenta gotas, además no es equitativa, ya que hace diferenciación entre una veeduría y otra.
Jorge Edisson Hincapié L., representante del Comité de Prestaciones Sociales Unidad Democrática
Parece que dormimos mientras...
Señor director:
Escribí en mi Facebook: Siento muy silenciosa a la Iglesia Colombiana, jerarquía y laicado, frente a la actual situación de la realidad colombiana: corrupción, desigualdad (salario mínimo y de senador), violencia. La Iglesia no debe intervenir en política, pero esto se refiere a la política ideológica, a la que considero responsable de todos estos males de la sociedad colombiana. A unos los matan por godos a otros…
El significado primario de política es el bien común de los ciudadanos, “polis”. El respeto a la dignidad humana y a sus derechos fundamentales como la vida, la libertad, el trabajo. “Pasar de condiciones menos humanas a más humanas es el proceso de la salvación integral”.
La Iglesia debe proclamar la buena nueva, que es la auténtica humanización. Despertemos. Y encontré en uno de mis libros un escrito del padre Julio Jiménez S.J., de hace unos 30 años, que coincide con mi preocupación. El padre Julio murió en enero del 2021 a causa de la pandemia. También murieron unos 10 jesuitas en Colombia.
En su honor. “Cuál será el origen de la indiferencia que sentimos ante la tragedia que vive nuestra patria? ¿Será el sentirnos impotentes, incapaces de responder a esta apocalíptica situación? ¿Nos acostumbramos a las masacres y a las muertes injustas? ¿El escándalo y la violencia se convirtieron en lo ordinario y la educación que recibimos no fue lo suficientemente solidaria para con los pobres y para quienes viven las consecuencias directas del caos reinante? ¿Por qué tanto individualismo y tanta dificultad para asociarnos, para unirnos, para reunirnos y compartir soluciones y alternativas de cambio? ¿Será que ellas no nos producen beneficios personalistas?
Colombia llegó a esta situación después de recorrer un proceso de injusticia institucionalizada, en la cual todos estamos directa o indirectamente implicados. ¿El egoísmo, el ansia de poder, la adquisición desproporcionada de riquezas, la economía capitalista, tan injusta e inhumana como la totalitarista, la vida fácil y cómoda no serán las causas profundas de esta maldita guerra social? ¿Seguiremos siendo espectadores? ¿Habrá necesidad de más sangre y de muertes más cercanas para que despertemos?”.
Alirio de los Ríos Flórez