Medicina en la Universidad de Caldas
Señor director:
Todo parece indicar que no ha pasado aún la fiebre de ser doctores para algunas personas que consideran que Medicina es la única alternativa para ser profesionales. La época de los sueños ya pasó y los delirios de ser médico, abogado, ingeniero o sacerdote, como las únicas profesiones que daban prestigio y relevancia social.
Algunas personas que no han superado el pasado, parece que no se han dado cuenta de que todo es dinámico y que todo ha cambiado. Hoy en día ser profesional, incluyendo la Medicina, es algo muy normal. Afortunadamente con la universalización y democratización de la educación se han abierto, no del todo, pero sí las oportunidades a las clases populares para que accedan a la educación superior, incluyendo las profesiones que antes eran para personas privilegiadas y que pertenecían a las élites.
A quienes nos tocó en esa época obtener un cupo de Medicina en la Universidad de Caldas somos testigos de lo difícil y complicado del asunto, pero lo difícil tiene su recompensa. El ingreso por puntajes, si se hace sin trampas y con honestidad, evita corrupción, influencias y manipulaciones, es más transparente, hay menos manipulaciones.
Quizás los jóvenes de esta región tengan otras inclinaciones y se estén presentando a otras opciones los de mejores puntajes. Los “pastusos” también tienen derecho. Se requieren médicos idóneos y no de pipiripao como muchos bachilleres de hoy.
Elceario de J. Arias Aristizábal
Otro Camilo Cifuentes
Señor director:
Claro que este no es humorista, pero sí un joven muy serio que ha asumido un papel protagónico en varias ciudades del país dando de comer a los habitantes de calle por cuenta de un papel que él desempeña y muestra en las redes sociales. Este amigo, que al parecer es muy bondadoso, acostumbra acercarse a los vendedores informales de comidas rápidas y sorprenderlos comprándoles toda su producción y pagándoles de contado con unos pesos más de propina. Lo curioso del hecho es que adquiere entre 20 o más hamburguesas, empanadas, tamales, perros calientes, morcilla, entre otros para repartirlos cada día a los numerosos indigentes que hay en la ciudad.
A mí el asunto me parece muy loable, porque se trata de mitigar el hambre de muchos, pero lo que me impresiona es ver que casi sin darnos cuenta tenemos una alta población mendigante que amenaza crecer cada vez más por falta de ciertos controles oficiales. Es que en Manizales no hay ningún programa que beneficie esta gente, máxime cuando el problema es tan grande, que en cada esquina amanecen sobre el pavimento cantidades de consumidores sin Dios y sin ley.
Bonita labor la de Camilo, a quien no conozco, pero esa tarea de darle de comer al hambriento y de beber al sediento me parece que es más de quienes manejan las obras sociales del gobierno.
Bernardo Molina Marulanda